Biografía de Don Solón 1918 – 2010

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(Tiempo estimado de lectura: 10 minutos)

“El Caballero de la Ayahuasca”
Por Jaime Torres Romero *

Este texto es una biografía de Don Solon, maestro ayahuasquero natural de la ciudad  de Iquitos-Perú, que por más de 60 años se dedicó a esta práctica. Describe algunos  datos de su historia personal y su proceso de aprendizaje, sus maestros y sus dietas.
Su reconocida y buena práctica médica le llevó a ser convocado en varias  oportunidades por el centro Takiwasi para convidar ayahuasca y otras plantas.

Solón Tello Lozano, nació en Nauta el 16 de  noviembre de 1918, poblado a 90 km de la  ciudad de Iquitos.

Hijo de Don Nicolás Tello y Juana Bautista  Lozano. Tuvo una hermana mayor de parte de  padre, siendo el hijo único de padre y madre.   Vivió con sus padres en Nauta hasta los 9 años  de edad y cursó los estudios hasta el 3er grado de primaria, teniendo buenas habilidades para  las matemáticas. Posterior a ello viaja a Iquitos  con su papá quien lo deja a cargo de su primo  hermano en búsqueda de mejores  oportunidades para su vida. Lamentablemente   por cuestiones económicas no pudo continuar con sus estudios.

Durante su adolescencia junto a su primo preparaban cecina y chorizo con carne de  cerdo, lo que vendían en el mercado Belén de Iquitos. Actividad laboral a la que luego  de independizarse de su primo, se dedicaría por los siguientes años de su vida.

Más adelante siguiendo la tradición de jóvenes con pocas oportunidades para los  estudios se enroló a la Marina de Guerra del Perú para realizar el servicio militar.  Participó en el conflicto armado con Ecuador en el año 1941. Posterior a la guerra fue  declarado Ex-combatiente, condición que le permitió tener una asistencia económica  mínima por parte del Estado, similar a una pensión de jubilación.

Sobre su vida familiar, Don Solón tiene 11 hijos en total de cuatro compromisos, todos  vivos a la fecha (2010). Desde hace 40 años aproximadamente a la actualidad convive  con la señora Rosa Tuesta, con la que tiene sus últimos 5 hijos.

Don Solón contaba su aprendizaje diciendo:
Yo aprendí esto, porque tenía un maestro que sabía mucho, Daniel Soplin. Caí enfermo o me hicieron daño en una pierna y él en Iquitos me curaba, me calmaba, pero me  duraba dos o tres días y de ahí nuevamente caía enfermo. Así que un día me dijo: “Solón  por qué no vamos a la chacra para que dietes 8 días”. Me fui con él y en dos días  llegamos a su fundo. Al tercer día cocinó su purga (ayahuasca) y la tomamos. Tuvimos  una sesión muy buena. Luego me llamó para que me haga la curación y en esos  momentos me dijo: “¿Solón qué le hacemos al brujo que te hizo este mal, es tal  fulano?” Me dio nombre y apellido. Yo conocía a ese hombre. Nos conocimos, porque  yo estaba curando un paciente y este le llevó a la sesión. El se instaló en una esquina  preparó su mesa y yo estaba en otro lado con mi mesa. En la sesión como siempre yo  invoco a Dios, y en un momento el otro empezó a vomitar como loco, hasta casi botar  sus tripas. De eso me echó la culpa y por ello me hizo daño. Entonces el maestro,  mientras me curaba, me dijo qué le hacemos al brujo, yo le contesté “No hay que  hacerle nada maestro, Ud. va a manchar su alma y yo también. Yo quiero que me cure  no para hacer daño a nadie. El que le va a juzgar es Dios, nadie más”. Esa noche me  dijo: “Mira Solón, tú tienes para aprender, yo te voy a enseñar, te voy a dar todas mis  cosas y vas a hacer otro hombre”.  Desde ahí empecé a tomar estas cosas en serio. Dieté conforme a lo que él me dijo  tomando Chiric sanango. De ahí a los tres meses volvió a invitarme a la chacra para  darme otro vegetal, esa vez me convido el Chuchuwasi. También le dieté conforme me  había indicado y un poco más poniendo de mi parte. Después pasando un tiempo más  me dijo: “¿Solón quieres ir a la chacra otra vez a dietar otro palito?”. Ahí dieté Ajo  sacha, seguí las indicaciones conforme me había indicado y poniendo de mi parte, le  diete un poco más la dieta de sexo. Cuando regresé de la chacra me dice “¿Y Solón qué  tal la dieta?”, yo le dije que sigo dietando. El se alegró mucho me dio un abrazo y me  dijo “Tú sí quieres aprender”. Luego en otro momento dieté Chullachaqui caspi.

Cuando finalmente pasado algunos meses después de la última dieta me dice “Solón en  junio nos vamos otra vez a la chacra, te voy a invitar todas las plantas que hay en mi  chacra”. Desgraciadamente cayó gravemente enfermo los primeros días de junio y no  levantó el hombre, se murió. Ahí terminó mi carrera de aprendizaje con él, pero me dejó  con cierta enseñanza, me dijo: “De aquí vas tomando tu ayahuasca, vas levantándote y  cuando ya te sientas capaz vas a empezar a curar criaturas por un año, si las sanas ya  estás listo, entonces empiezas a curar enfermedades como brujería”. El me enseñó  cómo se cura la brujería, todo como un maestro, yo seguí sus normas. Y cada vez que  hacía un trabajo salía bien y hasta ahora. Así me metí en ese trabajo, atendía gente con  dolores y males, siempre los he curado. También he curado alcohólicos. También  mujeres que se vengan del hombre, le convidan brebajes en las comidas o bebidas, o le  icaran para que su miembro ya no funcione. Acá hubo un joven que le hicieron daño a  su miembro, le cure durante un mes y quedo bien, lo levanté”
Don Solón contaba que en una oportunidad, al inicio de su aprendizaje, tuvo problemas  en un ojo y su maestro le indicó que era un daño. Este llegó a chuparle el ojo y sacarle  pedazos de vidrio del ojo malogrado. Se curó pero perdió la vista y se quedó tuerto por  el resto de su vida.

Don Solón continúa con el maestro José Delgado  Chuquipiondo, terminando con él su aprendizaje. Luego que este maestro falleciera, la  viuda le hacía dietar. Para ello Don Solón viajaba por río al interior de la Amazonía a  realizar dietas de aprendizaje que duraban de 8 a 10 días cada dos años.

En los inicios, su práctica médica la hacía con un amigo ayahuasquero en Iquitos, el  señor Gonzales. Con él tomaba frecuentemente y atendían pacientes, además que se  apoyaban mutuamente cuando tenían pacientes con brujería o cuando ellos mismos eran  atacados. En cierta oportunidad el señor Gonzales estaba muy mal, le habían hecho  daño. Mandó a sus alumnos a llamar a Don Solón y en una sesión de ayahuasca lo curó.

Todos los maestros con quienes Don Solón se hizo curar y aprendió vivían en Iquitos,  no eran indígenas pero tampoco gente de ciudad. Eran personas de los pueblos aledaños  a Iquitos que se dedicaban principalmente al comercio en los mercados populares y  además a la práctica de la ayahuasca.

En su práctica médica tenía permanentemente ataques. Una vez enfermó muy mal de los  pulmones. En el hospital le dijeron que tenía tuberculosis, pero fue a ver al señor  Gonzales, él le levantó. Le dijo que no tenía nada en sus pulmones, pero si tenía un  daño. En tres noches consecutivas de ayahuasca le curó. Luego estaba fuerte, sano y  caminando.

“El señor Gonzales era un brujo, pero le tenía consideración, ambos se curaban y  apoyaban cuando estaban mal”, refiere la Sra. Rosa Tuesta, conviviente actual. Ella  también tomó ayahuasca con Don Solón por espacio de 8 años, era la ayudante en las  sesiones, hacía sopladas y también cantaba los ikaros.

En otra oportunidad nuevamente Don Solón se puso mal, era cerca a la navidad del año  1971. Fue una de las últimas curaciones que le hizo el señor Gonzales, terminando con  la colocación de arkanas de protección (defensas energéticas) para que quede bien y  pueda pasar una buena Navidad. Curiosamente para el corte de dieta tenía que comer  carne de chancho y fue prohibido de comer otras carnes como la de gallina o pavo,  porque sino malograría la curación que había obtenido. Así que en esa navidad la mujer  hizo chancho asado para la cena navideña.

Ninguno de sus hijos tuvo interés en aprender de él. La Sra. Rosa cuenta que ello fue  porque él mismo influenció de alguna manera en sus hijos. Solía decirles: “Estas cosas  –la ayahuasca-no sirve aprender. No solo se toma por tomar, hay que aprender, pero  bien aprendido. Son cosas buenas y lindas pero uno vive perseguido por los enemigos.
Uno no tiene enemigos en su corazón, pero los enemigos de todos modos existen y nos  persiguen. Estudien y trabajen, vivan su vida sin que nadie les moleste, para que  duerman bien, porque en estas cosas uno duerme cerrando un solo ojo ya que el otro  debe estar abierto, para estar vigilante. Por ello hay que tener buenos maestros, para  que te levanten cuando te hagan daño, pero no hay buenos maestros, solo hay brujos”.

Don Solón Tello es un maestro ayahuasquero que llamó la atención por su práctica  sencilla y eficaz en los trabajos de curación que hacía en la ciudad de Iquitos. Además  convocó el interés de muchos extranjeros, académicos y curiosos, por experimentar los  efectos terapéuticos de la ayahuasca, así como por el aprendizaje del manejo de la  ayahuasca. Fue convocado en innumerables oportunidades a prestar sus servicios  médicos en el centro Takiwasi de Tarapoto, institución que se dedica a la rehabilitación  de drogadependientes asociando medicina tradicional amazónica y psicoterapia  contemporánea. Tuvo la paciencia de enseñar su medicina con su ritmo pausado,  transmitiendo sus ikaros y los que le fueron enseñados por sus maestros. Manejaba la  sesión con calma y una gran devoción donde no podía faltar la llamada al Cristo de  Bagazán de la ciudad de Iquitos y al Señor de los Milagros, patrono del Perú. Nunca  dejaba su botella de alcanfor y sus mapachos (cigarro rústico de tabaco puro). Después  de rezar y soplar hacia los 4 puntos cardenales, se cubría la cabeza de su gorra y servía  la ayahuasca y de inmediato empezaba a cantar sin parar hasta el final de la sesión,  sacudiendo rítmicamente su shacapa. Su tono de voz grave y de ritmo lento, escondía  una gran fuerza y daba tranquilidad a sus pacientes. Terminaba la sesión del mismo  modo, descubriendo su cabeza y agradeciendo a Dios para finalmente soplar de nuevo  en dirección a los cuatro puntos cardenales.

Don Solón manifestaba una gran reverencia hacia su medicina y tenía un respeto  escrupuloso de las dietas. Al día siguiente de la sesión, hacia el medio día, ingería una   preparación de cebolla, ajos, jugo de limón y sal para “cortar la dieta” y recién   desayunaba.

De contextura delgada, piel blanca, tenía una calvicie que compensaba con un delgado  bigote. En el dedo menique mantenía una uña larga cuyo significado nunca llegamos a  conocer. Su rostro marcado por su ojo ciego y una nariz gruesa, era iluminado por su  constante sonrisa. Por su dificultad de visión y con la edad, caminaba lentamente  arrastrando los pies. Reía con una voz ronca.

Risueño, le gustaban las bromas y la compañía de amigos y porqué no lindas chicas.  Muy sociable y acogedor, nunca rechazaba una soplada para ayudar a un paciente fuera  de las sesiones. De carácter afable y tranquilo, emanaba una gran simplicidad y  humildad de su persona que le hacía apreciar de propios y extraños. Demostraba una  bondad sencilla y generosa al momento de transmitir sus conocimientos y el Centro  Takiwasi le tiene una gran deuda por ello. Nunca dio prioridad a la necesidad  económica sobre su misión de curandero.

En su trayectoria también fue invitado en sus últimos años varias veces a Chile y  Argentina, donde realizó sesiones de ayahuasca con numerosos participantes. Pero no le  gustaba el frío y prefería quedarse en la selva con su calor y su humedad.

Fue uno de los principales difusores de la medicina tradicional amazónica en el Perú entre
los años 1980 y 2000.

En Enero del 2008 tuvo una caída en su dormitorio mientras intentaba ir al baño.
Producto de esta caída tuvo una fractura en la cadera y el fémur derecho. Tres  operaciones con anestesia total durante el 2008 se necesitaron para restablecer su salud.  Don Solon no ha vuelto a caminar por sus propios medios, se valía de una silla de  ruedas y de la asistencia de sus hijos y de su mujer.

Desde esa fecha ha dejado totalmente la práctica de la Ayahuasca, después de más de 60  años de ejercicio. Dejó de existir el domingo 24 de Octubre, en pleno mes dedicado al  Señor de los Milagros, su Maestro celestial quien seguramente lo acogió beneplácito por  todo el bien que hizo durante su vida a través de su bendita medicina.

“El maestro sentado en una silla, yo me siento al suelo, a sus pies. Toma una botella de  agua bendita, remoja su mano derecha en ella, la postra en la corona de mi cabeza.  Con respeto escucho sus rezos, pide a Dios por mí, a todos los cielos, a todos los  santos. Su reverencia, su humildad, su devoción son sobrecogedoras, se pueden  percibir en su voz. Toma la rama de shacapa, la golpea suave y continuamente en mi  cabeza. Comienza a cantar un ikaro hermoso, suena a sanación y protección celestial:  melodía enternecedora, un calmante espiritual… El maestro enciende un mapacho,  luego sopla el humo en mi cabeza, mi espalda, mi pecho y mis manos haciendo una cruz  con sus dedos en cada una de ellas.  Solo me dice: ¡Servido Cholo, que Dios te Bendiga!”

Vásquez, Cayo “Voces de la Ayahuasca” Edición Independiente, Lima 2000

*Jaime Torres Romero
Psicólogo clínico, director de Takiwasi, Centro de Rehabilitación de Toxicómanos y de  Investigación de Medicinas Tradicionales – Tarapoto, Perú
[email protected]
www.takiwasi.com
(TORRES ROMERO, J. Biografía de Don Solón. 1918 – 2010. “El  Caballero de la Ayahuasca”. Núcleo de Estudos Interdisciplinares sobre  Psicoativos, NEIP, 2010. Disponível em www.neip.info)

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Comentarios (1)

 

  1. hernan dice:

    Mi nombre es Hernan Alasia vivo en Rafaela provincia de Santa Fe Argentina y quiero decirles que esta muy interesante su pg web, al igual que esta nota.
    Ge realizado sesiones de ayahuasca y es realmente un camino espiritual serio y hermoso. Laplanta en mi caso sigue limpiando y curando.
    Abrazos

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