Chamanismo Waujá

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Los Waujá reconocen tres clases de chamanes: yakapá, pukaiwekeho y yatamá. Los yakapá son los chamanes de mayor poder terapéutico y prestigio ritual debido a su especialidad en rescatar las almas llevadas por los apapaatai y yerupoho, revirtiendo las situaciones de mayor riesgo vital para los enfermos. Yakapá significa, literalmente, “aquel que corre semiconsciente” para rescatar almas. Esta habilidad se relaciona íntimamente a la visión (adivinación/identificación) de las enfermedades y de sus agentes humanos y/o extra humanos así como a las relaciones amistosas mantenidas con sus apapaatai auxiliares.

Una sesión chamánica de yakapá en Piyulaga es un evento hacia el cual converge la atención no sólo apenas de los familiares del enfermo sino también de los curiosos niños y adultos pertenecientes a otras unidades residenciales. Al presenciar la performance adivinatoria y la extracción de los hechizos y al oír del yakapá las respuestas acerca de las causas y de los agentes de una enfermedad, los individuos comunes (no yakapá) aprenden y confirman los fundamentos básicos de la cosmología del grupo. Esa es una de las principales posiciones que el chamanismo ocupa en la sociabilidad del Alto Xingu.

Otra clase importante de chamanes son los pukaiwekeho, los maestros (o “dueños”) de las canciones chamánicas. Entre los Waujá existen siete pukaiwekeho, uno de ellos de excepcional expresión en todo el Alto Xingu. Entre ellos, dos son también yakapá, lo que implica una doble acumulación de prestigio. Poseer ambas habilidades es algo extremadamente costoso: el aprendizaje de las canciones, que son “secretas”, requiere pagos elevados y un largo periodo de dedicación. El aprendizaje de todo conocimiento especializado, y que resultará en un estatus social de privilegio, exige que el estudiante recompense al profesor con artefactos de lujo o, en situaciones menos comunes, con fuerza de trabajo.

La tercera clase consiste en los chamanes denominados yatamá, aquellos que “apenas fuman”, dominando las potencialidades de cura contenidas en el humo del tabaco. Yatamá es también el nombre genérico para chamán y el grado inicial de una larga escala de aprendizaje que culmina en el dominio completo de las técnicas de trance, rescate del alma, adivinación y conocimiento del repertorio de las canciones de cura. De esta forma, los yakapá y los pukaiwekeho también dominan las técnicas del yatamaki, el “chamanismo del tabaco”. En la sociedad waujá, los conocimientos del yatamaki no están orientados exclusivamente hacia los hombres. Pero hasta mediados de la década del pasada se encontraba en actividad una yatamalu, mujer chamán, que probablemente comenzó su oficio de cura inmediatamente después de una gran epidemia de sarampión, ocurrida en la década de 1950. No obstante, la iniciación de las mujeres en el chamanismo es limitada, puesto que ellas no alcanzan el grado superior de yapará. Por lo menos según los relatos históricos comprendidos en los últimos 150 años.

La frecuencia de enfermedades en Piyulaga es relativamente grande, si consideramos su escasa población (270 individuos), y el expresivo número de chamanes en actividad constante: quince en total, seis yatamá, siete pukaiwekeho y cuatro yakapá (siendo también pukaiwekeho dos de ellos). Aún las enfermedades de pequeña gravedad –como las dermatitis, que asolan en gran número a los Waujá- requieren usualmente la atención de un chamán para que los hechizos sean extraídos.

La enfermedad es el camino para la apertura de la complejidad de las relaciones entre los Waujá y los apapaatai y yerupoho. Para los yakapá, en especial, fue su coraje y resistencia en soportar una enfermedad grave lo que les posibilitó recibir de los apapaatai –que los enfermaron- los poderes privilegiados de visión y de audición. O sea, tales poderes son, en parte, oriundos de la decisión de dejar en sus cuerpos los hechizaos que los apapaatai les introdujeron. Por lo tanto, los yakapá tienen a los apapaatai dentro de si, en una convivencia permanente, lo que hace de los yakapá “enfermos eternos”. La grave enfermedad potencia una experiencia de poder, mientras que para algunos ella es fugaz, para otros se vuelve atemporal, permitiendo caminar por espacios y tiempos diferentes de aquellos vividos en lo cotidiano. De esta forma, los apapaatai, que antes podrían matar al enfermo, se tornan sus aliados, ~iyakanãu (“apapaatai auxiliares”), transformándolo en yakapá, protegiéndolo y dándole los poderes terapéuticos así como de visión y adivinación.

La mayoría de las acciones de los chamanes se produce con el objetivo de revertir los estados de enfermedad que, según los Waujá, se manifiestan de acuerdo a las siguientes circunstancias:

1) la producción de maleficios por hechiceros humanos (~iyãu opotalá);

2) la introducción de hechizos en el cuerpo del enfermo por los apapaatai o por los yerupoho;

3) el robo de almas por estas dos clases de seres;

4) la contaminación por epidemias traídas por los blancos. Las dos últimas maneras de enfermarse están asociadas a la segunda dado que todas las enfermedades, aún las menos graves, involucran diferentes calidades y cantidades de objetos patológicos (hechizos) en el cuerpo del enfermo. Sin embargo, esa regla excluye las enfermedades causadas exclusivamente por ~iyãu opotalá, por ser esos hechizos externos.

En la actualidad, desde el punto de vista sanitario, las epidemias están bajo control. Para los Waujá, el problema de las enfermedades graves reside en las circunstancias 1) y 3), aunque son muy raras sus ocurrencias sin el involucramiento simultáneo o progresivo de las cuatro formas mencionadas.

El reestablecimiento del estado de salud se inicia con la extracción y neutralización de los hechizos y con la recuperación del alma, en el caso que esta haya sido llevada por los apapaatai. En situaciones de enfermedades graves, la realización de una sesión de cantos chamánicos (pukayekene) tiene como objetivo quitar enormes cantidades de hechizos del cuerpo del enfermo. Además de los cantos, se utilizan los sonajeros (Cohelho, 1998), instrumentos de inmenso poder terapéutico. Según las observaciones de Mello (1999:182), “la cura de un enfermo está relacionada a la satisfacción del Apapaatae con la música”. Pero no solamente con lo mencionado: las músicas de pukayekene también actúan como extractores de objetos patológicos.

Fuente: http://pib.socioambiental.org/es/povo/wauja/1121

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