El Conejillo de la Farmahuasca, Intimidades de un psiconauta

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(Tiempo estimado de lectura: 8 minutos)

Por: Daniel Ramela

Esta pequeña crónica comienza hace más o menos un lustro, cuando llegué como ilegal a Europa, y un viejo amigo me puso en la pista de el voluntariado de ensayos farmacológicos, que fue una de las formas de procurarme mis primeros euros en Babilonia.

Pasadas un par de pruebas, con medicamentos antialérgicos de fase 3 y 4, me entero que en la misma ala donde se investigaba mi organismo medicado, se llevaban a cabo estudios sobre los efectos de la ayahuasca… Desde mi estancia en América, soñaba con una peregrinación a tierras amazónicas en su búsqueda, nunca imaginé que mi iniciación en la liana fuese a ocurrir en el centro de Barcelona.

Mi primer intento de participar fue fallido, por que buscaban personal que tuviese experiencia con el brebaje, pero; pasado el tiempo, mi insistencia de psiconauta convencido dió sus frutos, me presentaron a Eva, la doctora que estaba a cargo del estudio, aunque la lumbrera detrás de ellos era (o es) el Dr. José María Fericgla, eminencia catalana en el ámbito de la Etnocognición (que puede describirse como el estudio de los procesos mentales ocurridos durante los estados modificados de conciencia).

Lo que decía, me presentaron a Eva, la cual indagó en mis experiencias, y en mi estado psíquico en general, dándome el visto bueno para la segunda parte del estudio, que es la analítica, y el estado integral del organismo. Siendo al fin aprobado, se me provee el cronograma del estudio, el cual se reparte en 3 lunes sucesivos, teniendo que permanecer internado una noche posterior a las tomas.

Tenía en claro que el primer lunes recibiría una toma inocua: un placebo ( que en realidad no lo era, ya que estaba al tanto de el mismo…). Y el motivo de esto es que van adaptándote gradualmente, a lo que luego tendrás que enfrentarte en otro estadío de realidad.

Al segundo lunes, vuelven a presentarme las 19 cápsulas, a las 11 de la mañana, dando por resultado : placebo. A las 15 horas, la 2da dosis, la cual, nada más sentir su perfume supe que se trataba de el material genuino proveniente de alguna jungla o de algún laboratorio.

Las condiciones no eran para nada venturosas, es decir, uno lleva un circuito enchufado a la vena del brazo, de donde te extraen tubitos de sangre con una frecuencia escalofriante (cada media hora más o menos). Además, uno tiene colocado un “Holster”, que es un electrocardiógrafo portátil, el cual va conectado con ventosas al pecho (los peludos depilados) todo alrededor del corazón. Sumado a esto, una suerte de cinturones colocados en pecho y abdomen para llevar registro de la respiración. Y por si fuese poco, desde que uno se presenta allí al amanecer, te colocan por todo el cráneo y la cara, unos electrodos tipo ventosa (unos 20 o 30) que se adhieren con una pasta, y que, a través de unos cablecitos, llevan las frecuencias y la actividad de nuestros cerebritos a una máquina conocida como encefalógrafo. Es decir: no hay forma de escapar.

El voluntario está sentado en un sillón, y la doctora y l@s enfermer@s entran y salen, y el que está sentado ha de apelar a su fibra estoica para resistir hasta el final, por que la verdad es que el “setting” apesta. A los 20 minutos de la primera toma, la peculiaridad comenzó a manifestarse. Un mareo y el infaltable malestar estomacal; ya estaba en camino de ver… y poco a poco empecé a Ver…

Formas, texturas y colores de una extraña intensidad, que, por invocar alguna metáfora, nominé: “vampírico-navideños” (sea lo que sea lo que signifique). Estas texturas provenientes de una dimensión francamente alterna, me guiaban como en un proceso de iniciación, o al menos eso es lo que me parecía… me mostraban posibilidades en el juego dual, que yo a duras penas rechazaba.

El mayor inconveniente era que cuando la conexión con “eso otro” empezaba a establecerse, era interrumpido para que se me tomasen las pruebas que ya he indicado y otras mediciones como: temperatura, presión sanguínea, diámetro pupilar. Además de unos test, y una serie de fotografías en un monitor, muchas de ellas subidamente eróticas, que obviamente buscaban reacciones en mis sistemas (las piernas de la doctora me hacían sudar a mares)

Intenté escribir, pero era inútil, el “thread” se me perdía todo el tiempo. Poco después si pude, analizando y sintetizando vertiginosas ideas que iban y venían se me plantó una frase que me motivó bastante, la frase fue: “los dioses son información” (llevándome a suponer que tal vez seamos dioses y que tal vez seamos información).

LA MÚSICA – LOS MÚSICOS

Si, un capítulo aparte, y algo más, belleza, coincidencias… la fuerza del Arte como una forma del Tiempo…

Comencé, como en la mayoría de mis viajes visionarios, con el “Echoes” de Pink Floyd, luego otros de mis favoritos de la banda y por allá, una perlita de Syd Barret, el “Bob Dylan Blues”. He narrado la anécdota aquí, pero no puedo obviarla ahora. Y lo que ocurrió fue que, oyendo esta canción, se me presentó lo que una parte de mi cree que fue el mismísimo Syd Barret. Así que allí estaba él, sentado en su taburete, y yo le veía cantando su bella y a la vez crítica oda a Dylan, con su guitarra, yo le veía al detalle, y en mi visión, Syd comienza a transformarse, y a mi eso empieza a entristecerme, y me di cuenta que el viaje tomaba derroteros preocupantes, así que lo que hice fue decirle mentalmente a esa forma (antes Syd) que tenía que seguir mi viaje, a lo que la forma ya muy mutada de Syd, respondió con una media reverencia. Por mi lado volví a la sala, apagué el discman, y quedé confuso por un rato.

Al día siguiente, mi amigo Claudio me da la noticia, y fue que el mismo día en que Syd y yo nos despedíamos en alguna dimensión de la conciencia, el Syd de carne y energía, daba en otro hospital (en Cambridge) su último suspiro…

Luego, (aunque el tiempo va y viene y no es el mismo) pero ya en pleno éxtasis, mi cantante favorita: Nina Hagen, la veía en un arquetipo que se le da bien: el de Diosa, verdes fluorescencias fucsias, comprensiones elevadas, oriente y occidente unidos en un luminoso caduceo: mucho Amor… Pude verla en las 2 ocasiones, el 2do y el 3er lunes también, lo extraordinario es que, digamos al 4to lunes en esta cronología, pude verla y conocerla personalmente: y no solo eso, cantó al cielo tomada de mi mano: !Un auténtico milagro de bolsillo!

Vi muy claro otras personas cercanas a mí, y en un momento sentí que tenía la posibilidad de ver a mi hijo, pero una especie de cuestión moral no me decidió a intentarlo (por entonces ni hijo estaba adentro de su Madre). En la 1era toma me di cuenta que estas plantas tienen mucho en común con los Hongos (que pertenecen a otro reino de la naturaleza) Luego me di cuenta que lo que tal vez más tenían en común era Yo, mi auténtico Yo..

La Vida es como un viaje hacia el conocimiento o hacia la Comprensión (si uno así decide verlo). Las plantas maestro son estas mágicas llaves que nos abren las puertas a los dominios interiores (que son también los exteriores) Y es razonable que haya de irse por etapas. A mi me costó lo suyo el que al fin los Hongos (o la Inteligencia que encubren) me aceptasen, la “chapel perilous” de que habla Robert Wilson no es un cuento; y uno ha de deshacerse de presupuestos, condicionamientos y sobre todo: dominar el miedo…

El último lunes, me acercaron las cápsulas de la mañana, al olfatearlas reconocí de inmediato la “soga de los muertos” que es la acepción del vocablo ayahuasca. La experiencia fue bastante similar a la primera, aunque sin demasiadas revelaciones. A las 3 de la tarde, ya estaba practicamente en conciencia ordinaria, cuando me trajeron la 2da dosis. de nuevo olfatié: snif snif, no había duda: dosis repetida!.

Comencé a tomarlas una a una, hasta la última, en que la curiosidad me impulsó a abrir la cápsula, para ver como era la “soga” centrifugada. Parecía algún tipo de resina escamosa, tenía un olor intenso y un sabor muy fuerte al gusto, extremadamente amarga.

Entonces me puse a esperar a ver si aquello volvía a subir. Imaginaba que tal vez algún efecto extra sobrevendría, no podía imaginar la que se me venía… Por que antes de media hora el material había potenciado exponencialmente el anterior efecto, y salí despedido como un cohete chino a la noche estrellada.

No alcanzaba a entender aquel cambio tan brusco. Luché con todas mis fuerzas por sujetar lo que quiera que fuese que pugnaba por salir por la escotilla de mi chakra coronario .

No era fácil manejar aquello, no era nada fácil; asimismo las cosas de la sala y hasta el personal médico parecían querer ponerse a flotar en el momento en que yo me soltase. Fue muy fuerte, y no pienso ocultarlo: me empezó a agarrar un cagazo bárbaro, metafórico y literal, por que mi vientre pedía a gritos ser evacuado por cualquiera de las dos vias conocidas.

Por un buen rato aquello fue como una tortura de la CIA, no podía vomitar, no podía cagar, no podía beber agua tampoco, por que me decían que inducía el vómito, quiero decir, en definitiva tenía la libertad de vomitar y todo lo demás, pero echaba a perder la prueba y lo que me preocupaba era que el incentivo económico se hubiera visto reducido dramáticamente.

Así que allá iba yo (quienquiera que fuese aquella arrugada figurita en los dominios de una realidad muy ensanchada) surcando las montañas de que hablara lovecraft, sospechando que quizás había ido demasiado lejos, y que el no retorno era algo a considerar, me faltaba un chamán silbando ícaros, me faltaba tierra para hacer circular aquella energía…

Reexperimenté un fenómeno que alguna vez ya había vivido en un trance de psylocibe. Y en él, todo se centra en un instante en el cual debo tomar una decisión, y de esta decisión depende el ascenso a una conciencia cósmica o la posibilidad de la aniquilación en la terrible miasma primordial. Mi mente dual aún se aferraba, y esto era la consecuencia de no alcanzar a Ver el Uno como el Todo. Si, aún conserbava temores, y el miedo a empantanarme en la locura con carácter permanente era muy vívido.

En algún momento me di cuenta que tenía armas, y entonces las utilizé para salir de aquel escollo. Centrarme en la respiración obró el milagro… Pasado un rato el mal trance se volvió buen trance y cuando quize acordar llegué al vacío.

Recordaba haber estado ahí. El vacío parece el sitio perfecto, no hay dolor, ni esfuerzo, ni sensaciones. Uno es conciencia solamente, y uno trasciende al menos temporalmente este holograma que interpretamos día a día… Una extracción sanguínea me retornó a la frecuencia en que los hologramas interactuamos con otros hologramas, me sentía pleno y en control.

¿Y luego de todo esto qué?

La certeza de que algo trascendental espera por nosotros, nuestra “decisión”…

Apreciar una vez más el hecho de que nuestros túneles de realidad se pueden cambiar, deformar, desintegrar, pasajera o definitivamente… Todo al parecer trae su carga informativa, y es inevitable reconocer que algo muy profundo ocurre en múltiples niveles. Descubrir eso es el desafío implícito en nuestro ADN.

Alguien me preguntó si hubiese hecho el mismo estudio pero sin retribución económica, y sin dudarlo he dicho sí, por que en mi caso, el llamado del “Vegetal” es muy intenso. Pienso a su vez que los 400 y pico de euros no son nada a cambio de enfrentarse a uno mismo y a lo desconocido, lejos del Sol y las Estrellas, lejos de la Tierra y del canto de los Pájaros.

fuente: http://pijamasurf.com/

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