Feitio: Elaboración ritual de ayahuasca

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Procesamiento y elaboración de la sagrada bebida “daime”.

Barrio Alto Santo, Estado de Acre.

Foto I: (10:33 h) Llego tarde, por lo que encuentro a Charles inmerso en la tarea de limpiar los fogones donde se llevará a cabo la particular práctica alquímico-amazónica. Le he conocido aquí mismo, en su iglesia, donde le encontré por primera vez hace sólo un par de semanas. Yo llegué a su casa -y a esta encrucijada selvática- arrastrado por el interés que desde hace más de una década me genera esa amarga y parda pócima, eucaristía vegetal central a una serie de cultos surgidos precisamente aquí, en esta alejada zona fronteriza: el Acre. El 4 de mayo se presenta algo nublado, aunque de a poco las lluvias van cediendo ante la llegada inminente de la estación seca que durará hasta octubre, haciéndose así cada vez más espaciadas y sin la vehemencia de los meses de diciembre, enero y febrero, durante los que llegué a observar hasta 6 chaparrones en un mismo día. Me he trasladado desde el otro lado de la ciudad de Río Branco en bus, por lo que un trayecto de coche de quizá 15 minutos se ha transformado en un periplo urbano de prácticamente una hora de duración, en razón de que en la pequeña urbe existe un particular sistema radial de líneas de ómnibus que obliga a centralizar y, en todo caso, combinar todos los recorridos en una única estación, por lo que no hay casi posibilidad de unir en un solo trayecto dos áreas periféricas

Foto II: (10:33 h) Me encuentro más precisamente en la localidad que durante décadas fuera considerada epicentro del polifacético culto del “Santo Daime”, un barrio periférico de la ciudad llamado Alto Santo. La finca en la que estamos es de unos 300 m² y se sitúa quizá sólo a unos 250 m de distancia respecto de la casa del fundador de la doctrina: Mestre Raimundo Irineu Serra. Quien también se halla a poca distancia y concentrado en la labor es Tío Antonio, que hace sólo un momento acaba de aparecer con la sagrada enredadera “ayahuasca” -término quechua traducido tradicionalmente como “soga (huasca) de las almas (aya)”- y cuyo nombre científico es Banisteriopsis caapi. La misma es aquí en Brasil preferentemente referida bajo otros términos, como por ejemplo “jagube” (más bien usado por los adherentes al Santo Daime), mientras que en la otra conocida corriente religiosa ayahuasquera -la União do Vegetal (UDV)- es llamada “mariri”. Esta especie es endémica a toda el área, pero al presente resulta cada vez más difícil encontrarla en estado silvestre, como acontecía algunas décadas atrás, realidad que provocó que las instituciones se hayan visto ante una necesidad cada vez mayor de apostar por el autocultivo. El espécimen que observamos ha sido cedido por un vecino del barrio, en tanto que las hojas del arbusto Psychotria viridis llamado por ambas corrientes religiosas “chacrona o chacruna”, segundo ingrediente del ayahuasca, daime o vegetal, han sido obtenidas en parte del propio jardín de Charles, pero además hemos procurado una cantidad suplementaria de hojas en la famosa comunidad religiosa Colonia 5000.

Foto III: (11:05 h) La iglesia que dirige Charles es formalmente una entidad independiente, pero reivindica una base filosófica y cultual alineada en términos generales a la corriente religiosa hoy definida y, por qué no, confundida bajo el marco “Santo Daime – Alto Santo”, pero respecto de la cual presenta ciertas discontinuidades ya que también se abre al influjo de las religiones denominadas en Brasil con el término genérico “afro” (umbanda, candomblé, kimbanda), aspecto que le aproxima a la exégesis liderada originalmente por el también famoso Padrinho Sebastián Motta y que constituye hoy la vertiente “Santo Daime – CEFLURIS”. Tío Antonio mientras ha separado toda la parte de hojas respecto de tallos y tronco, ya que sólo estas son las que tradicionalmente se utilizan en la preparación de la bebida. Él tendrá sin embargo la desusada intensión de experimentar con las hojas (pero en una instancia distinta y posterior en la que no participé) para averiguar si éstas también contienen el principio activo necesario para la confección de la pócima. Yo me atrevo a decir -desde la bibliografía consultada- que sí funcionará, advirtiendo a la vez que me encuentro ante un caso donde el conocimiento folklórico queda a la zaga del científico, ya que las hojas de B. caapi presentarían alcaloides ß-carbolinos en concentraciones incluso por encima de las registradas en otras partes de la planta. La práctica común que he visto en los grupos religiosos acrenses es, sin embargo, tratar las hojas como desperdicios de ningún valor, por lo que podría suponer que esta práctica se basa en otro tipo de conocimiento, que tiene por base, por ejemplo, el saber que las hojas alteran las propiedades o el sabor del brebaje, cuestiones que intentaré conocer con mayor detalle en futuras visitas.

Foto IV: (11:05 h) El total de hojas de chacrona se ha depositado dentro de una de las dos ollas de 50 litros de capacidad que se utilizarán en la preparación. Como se ha comentado, una parte de las hojas fue obtenida del propio jardín de Charles, mientras que otra parte -unos 7 kg- nos fue cedida en la Colonia 5000. La extraña obra de albañilería que en la primera imagen veíamos limpiar es común a todos los centros acreanos relacionados a las instituciones religiosas formales del ayahuasca que realizan la actividad denominada a veces de feitio (si se asocia a las iglesias del Santo Daime), a veces de preparo (si a la União do Vegetal) y que consiste en el cocimiento por hervor de los vegetales que participan en la confección de la bebida sagrada, la cual está -salvo una excepción (el “vegetal de los 9″ de uso exclusivo y terapéutico en la UDV)- compuesta solo por dos tipos de plantas. Infusión de propiedades visionarias surgida hace algunos milenios en el seno mismo de las culturas indígenas del occidente de la Cuenca Amazónica. Volviendo a esa estructura prismática de cemento y ladrillo, que es también la versión “regular” y más frecuente de encontrar en asociación a estas instituciones, diré que dicha construcción presenta normalmente dos o tres agujeros donde se acomodan grandes cacerolas conteniendo la materia prima para ser sometida a la acción prolongada del agua y el fuego.

Foto V: (11:18 h) Comienza así la etapa más ardua del feitio, llamada de “batido” (batir se traduciría por “golpear”, por lo que libremente traduzco la expresión como “golpeteo”), la cual consiste en limpiar, cortar y desmenuzar a porrazos el tronco y las ramas mayores de la ayahuasca al punto de que las fibras internas queden abiertas. Esta tarea es, dentro de la tradición Santo Daime, realizada al ritmo de canciones sagradas (himnos) que son elementos constitutivos del culto. En otras iglesias en cambio, la tarea se ha tecnificado al punto de la liana ser triturada en una procesadora mecánica y sin ningún tipo de ritual; cabe también decir que el trabajo de preparo (como se denomina al feitio dentro de la religión UDV) es, a pesar de haber observado se halla más próximo a la segunda tendencia, un tiempo igualmente extraordinario y por ende sagrado para la institución. En definitiva el procesamiento de todas las partes duras de la B. caapi nos llevó un tiempo relativamente prolongado: media mañana; y recién pasado el mediodía estuvo a punto todo el material para su cocimiento.

Foto VI: (13:48 h) Charles inicia la siguiente etapa, para lo cual es necesario colocar sucesivas capas de hojas y liana desmenuzada en las grandes cacerolas.

Foto VII: (13:48 h) Detalle de colocación de liana “batida” sobre una primera capa de hojas de P. viridis.

Foto VIII: (13:49 h) La foto advierte que para el proceso se utilizarán dos cacerolas de 50 litros de capacidad cada una.

Foto IX: (13:49 h) Tío Antonio canta algunas de esas canciones de su autoría arriba referidas, mientras Charles culmina el llenado de las ollas. Son aproximadamente la una de la tarde y el calor aprieta.

Foto X: (13:49 h) Tío Antonio canta algunas de esas canciones de su autoría arriba referidas, mientras Charles culmina el llenado de las ollas. Son aproximadamente la una de la tarde y el calor aprieta.

Foto XI: (13:56 h) Con el fuego ya saliendo por las oquedades en que irán colocadas las cacerolas, Charles agrega agua pura hasta cubrir el nivel de las sucesivas capas de hojas y liana.

Foto XII: (13:56 h) Detalle de las cacerolas con las capas de materia vegetal semi-cubiertas de agua ya dispuestas para ser colocadas sobre el fuego.

Foto XIII: (14:14 h) El agua en la cacerola está todavía fría y deja ver con toda claridad el contenido.

Foto XIV: (14:14 h) De a poco la ollas comienzan a dar las primeras ebulliciones.

Foto XV: (14:15 h) Tiempo de relevo: aparece mi estimado amigo João Paulo, que tuvo clase en la Universidad local (UFAC) hasta hace solo unos momentos. Vale hacer una referencia sobre el tercer y extraño recipiente acerca del cual Charles está haciendo un comentario. Se trata de una tina colmada con una cantidad “extra” de hojas seleccionadas que será parte de un reforzamiento de “luz”. Éste término se aplica a las particulares propiedades visionarias de la hoja; en tanto que las de la liana se refieren bajo el término “fuerza”. De esta forma la calidad y propiedades de la ayahuasca se pueden evaluar y considerar bajo esta óptica emic y definirla así como “de mucha luz” o “con mucha fuerza”. Otro criterio tipológico básico refiere a la concentración o “grado” que presenta la bebida.

Foto XVI: (14:16 h) J.P. comienza a verter agua en los grandes recipientes, el hervido está ya comenzando y la cantidad de vapor generado es mucho, por lo que se debe estar atento a que no falte el líquido vital, ya que de lo contrario la preparación podría elevar su temperatura al punto de literalmente quemar los principios activos de las plantas y arruinar el delicado preparado. Ahora soy yo quien debería aprestarse a salir con destino a la Universidad ya que ese mismo día me esperaba una actividad especial en dicho centro de estudios. Nos volveríamos a ver en unas horas, próximo el anochecer.

Foto XVII: (19:17 h) Estoy de vuelta, son las 7 de la tarde, por lo que me doy cuenta he estado ausente unas cinco horas. Durante este lapso de tiempo la preparación vegetal se ha ido concentrando, formando así una masa vegetal más homogénea en textura y color que cubre ahora un volumen menor a media olla. Tío Antonio continúa atento a la preparación y revuelve la mezcla con un palo preparado para tal tarea. Generalmente la madera es el material que mejor se adapta a esta finalidad.

Foto XVIII: (19:18 h) Ahora el líquido hirviente comienza a adquirir una apariencia homogénea y de color pardo. La tina con dosis extra de hojas sigue su proceso por separado y de a tanto Charles va incluso agregando algún montoncito de hojas con sentido de aumentar la “luz” del preparado (concentración de DMT). La intensidad del fuego es siempre alta y por ende se debe estar siempre atento a evitar el derramamiento del preciado líquido, revolviendo el contenido calma y continuamente con sentido de disminuir la temperatura.

Foto XIX: (20:14 h) Se obtiene la primera forma de ayahuasca, la cual está todavía demasiado “apurada”, es decir poco concentrada y por tanto se añadirá este líquido a la otra cacerola con sentido de ir concentrando y fortaleciendo la pócima.

Foto XX: (20:15 h) Como puede observarse, la tarea del vertido de la ayahuasca es muy delicada e implica cierto riesgo, por lo que la concentración de todos los participantes se agudiza. Obviamente el uso de ayahuasca se ha observado desde que iniciamos el ritual, ayudando a conseguir el objetivo de “sintonizarnos” mejor en la sagrada tarea.

Foto XXI: (20:17 h) A estos aparentes despojos de material vegetal se les volverá a agregar agua hasta cubrirlos por completo, procurando así obtener otra tanda de ayahuasca, la cual puede utilizarse directamente para el consumo o, por el contrario, añadirse una vez reducida a la otra cacerola para aumentar la concentración de la infusión, procedimiento que se logra obviamente a través de la evaporación y el máximo aprovechamiento de las materias primas. Al agotarse, los restos vegetales se vierten en algún lugar apartado desde donde, generalmente, se reutilizan como abono orgánico, ya que recordemos la aparente fertilidad del suelo amazónico es solo eso: “aparente”. La tierra posee aquí una fina capa superior de humus que puede ser “lavada” fácilmente si las condiciones de bosque tropical lluvioso se ven alteradas, por ejemplo por práctica de la tala y quema con el fin de sustituir dicha vegetación por pastizales permanentes aptos para el ganado.

Foto XXII: (20:17 h) El agregado del material “extra” que hervía en la tina laqueada nos da a entender que efectivamente se procederá a re-aprovechar la mezcla de la cacerola y por tanto se agregará agua para obtener una nueva dosis de ayahuasca.

Foto XXIII: (20:56 h) El consumo de leña de éste tipo de horno (elaborado especialmente para esta actividad) es si se quiere “desconsiderado” si se aplica una media europea, ya que no dudo de que se hayan gastado alrededor de 250 k de madera dura durante la labor, cantidad que a escala local no resulta desmesurada, aunque existan campañas y sanciones cada vez más fuertes con sentido de concienciar a la población local sobre el uso descomedido de los recursos madereros. Igualmente debo decir que en el Estado de Acre en varias oportunidades me he encontrado frente a la expresión “tein muita mata ainda…” (hay mucha selva todavía…), lo cual da una idea aproximada respecto la lógica que aún subyace en relación a este tema.

Foto XXIV: (20:56 h) Charles observa mientras J.P. controla temperatura en la preparación de la tina y revuelve un poco las hojas con el palo tricorne.

Foto XXV: (21:49 h) Se obtiene ahora sí la primera ayahuasca de “graduación” (concentración) muy alta a partir de la suma de los restos vegetales de la primer cacerola más el contenido líquido de la tina.

Foto XXVI: (21:50 h) Se procede a cubrir la ayahuasca recién obtenida con una tela para evitar así la caída de insectos dentro del preparado.

Foto XXVII: (23:05 h) Ahora puedo mantenerme de pie. Aunque en una primera publicación en que había utilizado esta misma imagen había anunciado que eran más de la 1 de la mañana, al revisar detenidamente las fotografías me doy cuenta que apenas habían pasado de las 11, por lo que me doy cuenta de que entre la ingesta de una dosis de la ayahuasca obtenida y esta imagen he sido víctima de uno de los efectos referidos para el ayahuasca: sentimiento alterado del tiempo. Me percato de que la experiencia enteogénica me había colmado al punto del arrebatamiento, llevándome a mantenerme alejado del resto de mis compañeros -opté por sentarme y tratar de controlar mínimamente la experiencia- por un tiempo que estimé fueron horas…

Foto XXVIII: (00:05 h) J.P. continúa la labor de revolver las ollas; ya han pasado más de 14 horas desde que diéramos comienzo a la tarea.

Foto XXIX: (02:09 h) Charles coloca aún más hojas de “chacruna” en la tina de concentración para completar así una ayahuasca de graduación “extra”.

Foto XXX: (04:42 h) Ahora observa el resultado obtenido en la tina: los 2 litros de ayahuasca que contempla presentan una concentración equivalente a unos 10 litros de la que usualmente se utiliza en las iglesias del Santo Daime.

Foto XXXI: (04:45 h) Estamos en la postrimería del trabajo y con los resultados a la vista: se han obtenido 3 concentraciones y volúmenes distintos de ayahuasca. De forma inversamente proporcional la cantidad del líquido refiere a su concentración, por lo que observamos un grado creciente de potencia a medida que el volumen de líquido decrece.

Foto XXXII: (06:18 h) J.P. con poco más de un litro de ayahuasca de óptima calidad.

Foto XXXIII: (06:33 h) Nos separan muchas horas del comienzo del trabajo: hemos finalizado. Charles coloca sobre el horno la cruz de Caravaca, la cual es símbolo de mancomunión de las distintas iglesias del Santo Daime. Ahora nos resta cruzar nuevamente la ciudad hasta el barrio de Belo Jardim. Yo partiría en pocos días hacia el sur para luego narrar este viaje desde el todavía más distante norte.

Lic. Víctor S. Petrone (doctorando FPU Hum 3448 – 2008).

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