Cielo e infierno. El concepto de droga y las substancias psicoactivas

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Intervención de Antonio Escohotado en el documental “Cielo e infierno. El concepto de droga y las sustancias psicoactivas”, de Libre Producciones S.L., con la participación, también, de Julio Benítez, Marcelino Chumpí, Josep María Fericglá, Manuel García, Carlos Grefa, Dionisio Llamazares, José Martínez, Eustaquio Sánchez Salor y Juan Carlos Usó.

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EUSTAQUIO SÁNCHEZ SALOR (filólogo): Los límites entre la medicina y la farmacia, la farmacopea y la droga son unos límites muy difusos, tanto desde el punto de vista histórico como desde el punto de vista, incluso, léxico. Desde el punto de vista léxico el término latino que designaba la droga era fármaco. Fármaco es una palabra griega que significa remedio, es decir, es algo que ayuda a la salud. De manera que yo, desde el punto de vista médico, evidentemente, no lo sé, no sé donde están los límites porque no soy especialista. Pero desde el punto de vista léxico sí que los límites están muchas veces difusos, porque una misma palabra muchas veces puede haberse inclinado hacia el significado de medicina, y el otro momento se inclina hacia el significado droga, el significado negativo de droga ¿no? Los límites no están claros. Cuando hablamos de las cosas, de un jardín, de una mesa, de un libro podemos, simplemente, señalarlos, significarlos, o podemos calificarlos, al mismo tiempo que los estamos designando. Los lingüistas a una cosa la llaman denotación y a otra cosa la llaman connotación. Cuando nos referimos a algo, a una cosa, a una persona, un animal simplemente para denotarlo, o sea, simplemente para apuntar al hablante, para decirle “mira, con esta palabra me estoy refiriendo a esa persona, a ese animal, a esa cosa”, bueno, esa es la denotación, simplemente. Pero cuando nos dirigimos al hablante y, aparte de señalarle esa persona, ese animal o esa cosa, estamos calificándole de alguna forma, ya para bien, ya para mal, estamos entonces connotando. Es decir, aparte de notar, aparte de señalar, aparte de apuntar a esa cosa, estamos calificándole de alguna forma, eso es lo que normalmente se llama connotación.

NARRADOR: Objetivo o subjetivo.

JOSÉ MARTÍNEZ (artista):  La droga es…, es algo, es un producto que ha formado parte de las culturas de los pueblos desde que el hombre es hombre. Para qué ha sido utilizada es lo que ha cambiado. Pero la droga y el hombre tienen una relación ancestral que se pierde en los abismos del tiempo. Lo que entiende la gente por droga pues, realmente, en estos últimos tiempos, digamos, desde los sesenta hacia los ochenta o noventa, se ha relacionado más, o se ha dado la dirección hacia la heroína ¿no? ¿Por qué? Porque es lo que más presente estaba en la calle; el típico yonqui, que vestía mal, que estaba sucio, que no comía, que cada día, por días, se veía que iba a menos, que su salud volaba, por días, ¿no?, y que la gente no entendía cómo una persona podía estar tan ligada a una sustancia como para no poder decir no. Entonces, claro, es por esto que se ha emparentado, en esa década de los sesenta a los noventa o principios de los noventa, a la heroína.

NARRADOR: A principios de este u otro similar concepto sigue determinando la visión del mundo occidental. Emociones y opiniones. Calificación negativa. Detrás del no decir no, detrás del decir sí se sospecha siempre la presencia de un fantasma forjado, noticia a noticia, por los medios de comunicación de masas. Adicción, dependencia, nuestra propia connotación, nuestro característico prejuicio. Sustancias psicoactivas… si algo nos define como seres humanos es que nuestra psique, mente, alma, inteligencia, espíritu…, funcione. Y su actividad somos nosotros mismos, pensando y sintiendo en el seno de la realidad, con la conciencia de escuchar nuestros latidos.

ANTONIO ESCOHOTADO (jurista, filósofo y sociólogo): Conocimiento hacia afuera, conocimiento hacia adentro, mundo interior, mundo exterior…, es que ahí está, son categorías que resbalan continuamente. O sea, cuando nos fijamos en nuestro interior vemos que esta troquelado por el exterior y cuando nos fijamos en nuestro exterior vemos que está troquelado por nuestro interior. Son categorías muy móviles… Mi maestro es Hegel; no tengo más remedio que recordar eso continuamente, que lo uno se va convirtiendo en lo otro. Lo que hay ahora en relación con las drogas es una cuestión de que es que… ¿De qué van las drogas? Buenos, las drogas deberían ir de conocimiento, amor propio y placer, que son tres cosas dignas en cualquier situación y circunstancia. Debido a la prohibición y debido, también, a la fragilidad de la naturaleza individual, no solemos tener eso, sino que más bien se intenta, pues hacer parches; buscar, por ejemplo, pues placeres tan absolutamente ridículos como depender de la heroína o depender de la cocaína, donde la sustancia, tomada de una forma inmoderada nos hace que no la sintamos, hacernos insensible, hacernos tolerantes a sus efectos…

NARRADOR: Psicoactivas… La misma expresión es engañosa. En un sentido amplio la realidad es algo profundamente psicoactivo, si por tal entendemos todo aquello que induce la actividad del alma, mente, cerebro, pensamiento…, en resumidas cuentas, de la conciencia, pues de eso se trata, de qué percibimos, fuera y dentro, en cada momento.

JULIO BENÍTEZ (farmacólogo): Es decir, tenemos unas sustancias químicas en nuestro organismo, que son los neurotransmisores , unos circuitos neuronales y unos factores ambientales, desde la luz solar, como decía antes, hasta nuestro entorno familiar y social, que determinan el que estemos en una determinada situación, de infelicidad, de felicidad, de bueno, de mal humor, etcétera… Y, como todos sabemos muy bien, pues eso es muy cambiante, en unas personas más que en otras.

NARRADOR: Naturalmente, pera mantenernos vivos y en buen estados necesitamos, en primer lugar, alimentarnos, pero no todo lo que ingerimos produce el mismo efecto en nuestro organismo. Utilizando una distinción antigua, la de la medicina materialista hipocrática, podemos diferenciar el alimento de aquellas otras sustancias que, cuando las ingerimos, absorbemos o inhalamos, producen un tipo de actividad diferente a la normal, al menos en el interior de nuestras cabezas. A estas últimas se las llama, legales o ilegales, sustancias psicoactivas. Muchas de ellas, como el propio alcohol, fueron, en algún momento de la historia, fármacos o lo son todavía. Un puñado de estas sustancias psicoactivas son muy peligrosas. Unen a sus otras virtudes la capacidad de dañarnos, de ser, en función de su dosis, venenos. Por ejemplo, el etanol puro, un tipo de molécula con el que somos capaces de desnudar tanto nuestra alegría como nuestra tristeza, de llorar como de agredir, ¿cómo sucede?

JULIO BENÍTEZ (farmacólogo): Bueno, es que nuestro comportamiento, al margen de las creencias personales de cada cual…, el hecho es que nuestro comportamiento se basa en reacciones químicas y trasmisiones de impulsos nerviosos, de manera que, por ejemplo, si uno se toma alcohol, el alcohol lo que va a hacer es, primero, valga la redundancia, inhibir la inhibición, es decir, si tenemos circuitos neuronales en nuestro cerebro que, de algún modo, para entendernos, inhiben nuestro comportamiento, es decir, tendería a producir un comportamiento de baja expresión al exterior ¿no?, y el alcohol lo primero que hace es inhibir esto, es decir, inhibe la inhibición. ¿Qué es lo que resulta entonces? Una excitación. Por eso la persona, cuando empieza a beber, normalmente, lo que tiene es un episodio de euforia, hiperactividad, verborrea, es decir, hablan mucho, etcétera, etcétera…, lo que todos sabemos que es una persona alegre ¿no? Si sigue bebiendo esa persona, al final, lo que puede es, incluso, llegar al coma, es decir, primero se quedará dormitando, perderá los reflejos…, por eso es tan peligros conducir bajo los efectos del alcohol, y al final puede acabar en el coma e incluso la muerte, ¿no? ¿Por qué? Porque después de inhibir a las células inhibitorias, para entendernos, el alcohol inhibe a todas, inclusive las que nos permiten movernos, respirar, pensar, etcétera. Y lógicamente si esa es una inhibición excesiva pude provocar la muerte.

NARRADOR: Tomar más o menos líquido. Lo que se cuenta es la cantidad de principio activo que entra en nosotros, etanol en este caso, principio específico presente, en mayor o menor cantidad, en cuanto genéricamente llamamos alcohol. Y he aquí el primer problema del tema drogas: la variedad de principios químicos psicoactivos. No todos, ni entre los legales ni entre los ilegales, son tan tóxicos como el etanol o poseen su capacidad adictiva. El THC, por ejemplo, se ha identificado hace unos años como el principio psicoactivo presente en una planta que, pese a su ilegalización reciente en las últimas décadas, sigue formando, en algún modo, parte de la farmacopea occidental. Sólo n el año 2000, por ejemplo, el Estado ingresó unos dos mil millones de pesetas en concepto de multas por fumar hachís o marihuana en lugares públicos.

MANUEL GARCÍA(divulgador): Bueno, el Cannabis hay una serie de grandes mentiras o de grandes mitos que se han vendido o que nos han vendido a lo largo de este tiempo, sobre todo durante los últimos setenta años y que los estudios más rigurosos pues han ido desmintiendo. A pesar de eso se siguen utilizando. Por ejemplo, se dice que el Cannabis es dañino para la salud… El cannabis no sólo no es dañino para la salud o, al menos no es más dañino que millones de plantas que tenemos nosotros alrededor y que son medicinales, sino que es terapéutico…, es terapéutico, como hemos dicho, y se puede utilizar para muchísimas dolencias, como vienen haciendo algunas culturas desde hace muchos siglos. Después se nos dice también que el Cannabis crea dependencia, cosa que cualquier estudio medianamente serio demuestra que es falso. El Cannabis no crea ninguna dependencia física y, si crea alguna dependencia síquica es mínima y tendríamos que preguntarnos donde está el límite entre un hábito y una dependencia síquica.  ¿Por qué llamamos hábito a las dependencias síquicas que nos parecen aceptables y por qué llamamos dependencias a los hábitos que no nos parecen aceptables o que no nos parecen gratos en la sociedad en la que vivimos? Bueno, después, también se dicen una serie de cosas… que el Cannabis atrofia el sistema inmunológico. El Cannabis no atrofia el sistema inmunológico. El Cannabis no acorta las ondas cerebrales, como se decía en los años treinta. El Cannabis alarga las ondas cerebrales…

NARRADOR: Resultaría imposible apuntar cómo funcionan, en esa combinación de materia y energía que es nuestro cuerpo, aún las diferentes sustancias psicoactivas venenosas o no, más estudiadas y utilizadas, tradicional o actualmente, en nuestra cultura. Para el interesado en esa investigación científica existen en el mercado suficientes libros de consulta. Para nosotros, un tercer caso de amplia difusión y notable capacidad adictiva son las llamadas, genéricamente, benzodiacepinas.

JULIO BENÍTEZ (farmacólogo): Sí, lógicamente, todo lo que altera el comportamiento lo hace alterando los circuitos neuronales ¿no? En algunos casos conocemos bastante, en otros casos menos. Entonces, todas las drogas psicoactivas lo que hace es alterar esos circuitos de un modo u otro… Pues, por ejemplo, las benzodiacepinas, el diazepán, el Valium comercial, que tanta gente toma y que también algunos derivados han sido objeto de abuso y venta callejera pues, curiosamente, tienen un mecanismo de actuación similar al del etanol; no idéntico, pero sí similar. De hecho actúan sobre el mismo neurotransmisor, sobre el GABA; lo que ocurre es que actúan de un modo, en cierto modo, distinto, es decir, un fármaco de estas benzodicepinas no suele matar, salvo que se tome con alcohol.

NARRADOR: ¿Qué tienen en común benzodiacepinas y alcohol, entre sus múltiples diferencias? Formar parte de un mismo grupo de sustancias psicoactivas. Familias que podemos diferenciar, como lo ha hecho uno de sus principales estudiosos contemporáneos, no a nivel molecular o químico, sino por sus efectos en nosotros, seres humanos. Por ejemplo, los estimulantes operan como un combustible de muy alto octanaje o como una tensión eléctrica aumentada, gracias a los cuales una máquina trabaja con estímulo sobrado y, por ello, propende a desgastarse. En vez de bloquear las señales de dolor y sufrimiento, como lo hacen drogas de efecto opuesto y provocar sedación, ensoñación o sueño, las estimulantes  fomentan el entusiasmo y despejan la somnolencia. Tradicionalmente han sido usadas para combatir la fatiga, el desánimo y el hambre. Frente al estado de hibernación provocado por algunas drogas de paz, las de energía provocan una activación no selectiva, más cerebral que emocional.

ANTONIO ESCOHOTADO (jurista, filósofo y sociólogo): Viendo las dificultades que provienen de tantas diferentes sustancias con capacidad de influir en nuestro estado de ánimo o nuestra percepción, se me ocurrió hace tiempo intentar una clasificación funcional donde hablásemos de drogas que dan o prometen paz, drogas que dan o prometen energía y drogas que dan o prometen excursiones síquicas. Bien. La gracia del tema está en que las drogas que, por ejemplo, dan o prometen paz pertenecen a campos químicos absolutamente dispares. Por ejemplo, el alcohol y la adormidera, los barbitúricos y las benzodiacepinas. Bueno… ¿Qué le vamos a hacer? En definitiva lo que hace que tomemos benzodiacepinas, alcohol o adormidera, ahora o en el pasado, son nuestros requerimientos de calmar la ansiedad, de serenarnos, de evitar o paliar el dolor. Lo mismo sucede con las demás, o sea, las drogas de estimulación, pues son muy diferentes. Desde el café, la cocaína, anfetamina. En realidad incluso las drogas de paz y las drogas de viaje psíquico pueden, si se mezclan y se aumentan las dosis, producir efectos paradójicos que se van al otro campo, por ejemplo, mucha anfetamina puede producir un ataque de sueño inicial, aunque luego vamos a estar sin dormir setenta horas. Las últimas, las drogas de viaje, la más famosa, la más importante, la más difundida, para nosotros y para el mundo, hoy, es el cáñamo, en forma de marihuana o en forma de hachís…, estas son, a diferencia de las otras, de toxicidad muy baja o nula. Nadie se ha conseguido matar hasta ahora con mezcalina o con peyote o con LSD o con honguitos psilocibios… No diría lo mismo de algunas últimas, como esto que se llama vitamina K o ketamina, que sí que tiene una toxicidad nada despreciable.

NARRADOR: Innumerables. De todas ellas cabe el no uso, el uso sensato y el uso insensato. Al margen de que paraqué se utilicen o se hayan utilizado y al margen de su distinta procedencia y calificación legal, algunas de estas sustancias comparten una apasionante característica: nosotros también las producimos, es decir, nuestro cuerpo las sintetiza a partir de los alimentos de modo similar al que lo hace otro ser vivo, la planta o el hongo que nuestros antepasados en occidente, o en algún otro lugar del planeta, aprendieron a utilizar como fármaco o droga.

ANTONIO ESCOHOTADO (jurista, filósofo y sociólogo): Y eso es. O sea, en principio mi clasificación no es más que atender a aquello que le pedimos a las drogas, más que a aquello que es la molécula de cada droga. Porque es que, desde lo que es la molécula del alcohol, que, en principio, no nos sirve para nada, a lo que son otras moléculas, que las promueve o las realiza nuestro cuerpo, las produce nuestro cuerpo, como las benzodiacepinas, las endorfinas, incluso la DMT, que es la otra gran droga visionaria de América del Sur, también la produce nuestro organismo y probablemente es la responsable de que tengamos sueños, aparte de dormir. El alcohol no parece que lo produzca nuestro organismo e incluso se diría que el efecto que tiene sobre el sistema nervioso es porque disuelve células nerviosas, porque se las lleva…, al ser grasas, se las lleva, igual que nos permite en una tintorería limpiar un traje o una camisa.

NARRADOR: ¿Cabe alguna conclusión? En muchísimos casos los estados modificados de conciencia, provocados por las sustancias psicoactivas al absorberlas, ingerirlas o inhalarlas, son indistinguibles de los alcanzados sin ellas a lo largo de la vida. Dormir, soñar, sentir, imaginar, pensar o percibir el mundo de un modo nuevo, sentirnos diferentes nosotros mismos, bueno o malo, todo lo que el mundo occidental nació llamando psique, del griego “alma”, y definiendo “zoón politikón”, social por naturaleza.

ANTONIO ESCOHOTADO (jurista, filósofo y sociólogo): Porque una cosa es hablar y otra el obrar. En la práctica, la superación del dualismo, a mi juicio, es obrar, con la mayor rectitud que nos permita nuestra limitadísima capacidad individual. Somos poco como individuos aislados. En realidad, si no tuviéramos el concurso inconsciente de miles de personas, estaríamos muertos cada cinco minutos. La cooperación es el hecho básico de la humanidad. Somos animales sociales en el sentido aristotélico, pero hasta unos grados que no podemos ni imaginar.

NARRADOR: culturas humanas diferentes, actuales y del pasado, entre otros denominadores comunes, seguramente la mayor importancia, el conocimiento y uso de diversas sustancias psicoactivas.

JOSEP MARÍA FERICGLÁ(antropológo): Mira, lo que más diferencia el consumo de psicótropos en occidente del consumo de psicótropos en otras sociedades, hablando en términos genéricos, pero que habría que puntualizar mucho, porque no en las otras se consumen exactamente igual, ni mucho menos… Pero para mí el factor principal es que, en nuestras sociedades, no todos, tampoco, estoy haciendo una generalización, y hay minorías que saben muy bien lo que están haciendo, para qué usan psicótropos, hablando a grandes rasgos el problema es que es un consumo compulsivo, es decir, completamente compulsivo. Y esto es lo que los diferencia de otras sociedades… Pero también esto es lo que define a nuestra sociedad, es decir, vivimos en una sociedad compulsiva. Todo se hace de forma compulsiva: el sexo, la diversión, el trabajo, el fin de semana, por supuesto también el uso de psicótropos. Todo es compulsivo. De ahí que el uso de psicótropos en las sociedades urbanas, como sólo se busca esto, pues el impacto momentáneo de la estimulación o el impacto momentáneo de, no sé, de visiones cromáticas, por ejemplo… con lo cual la sustancia, lejos de entenderse como un ingrediente dentro del proceso, pero que el ingrediente principal soy yo, no la sustancia, pues se ha convertido…, se ha cosificado hasta el punto de ser la cosa que produce felicidad o ser la cosa que produce una sensación de plenitud o de éxtasis… Pero se ha olvidado algo que decía Huxley muy importante, y es que las experiencias en sí mismo no son nada. Lo importante para las personas es lo que cada uno hace con sus experiencias. Esto es lo importante.

NARRADOR: No es difícil darse cuenta de que nuestro concepto de droga resulta absurdo, al menos en otros momentos y contextos. Por un poner un par de ejemplos, Cannabis, especie tradicional de África, Eurasia y América, clasificada como visionaria de potencia moderada.

MANUEL GARCÍA (divulgador): Bueno, esta…, las distintas especies de Cannabis, Cannabis indica, Cannabis sativa y Cannabis ruderalis, las tres especies de cáñamo que existen, han tenido diversos usos a lo largo de la historia. Básicamente han sido tres. El uso como fibra, un uso bastante importante que ha tenido hasta hace bien poco, que ha sido sustituido por otras fibras sintéticas, que ha tenido una importancia bastante grande, la fibra del tallo de la planta. Sus usos farmacológicos o terapéuticos, que eso pues las propiedades medicinales del Cannabis ya las conocía los chinos hace bastantes años, bastantes milenios y se están debatiendo aún hoy, como si no se tuviesen claro. Y los usos psicoactivos, quitando los usos terapéuticos, que los fines psicoactivos se han podido usar con fines religiosos y místicos o con fines recreativos y lúdicos, o bien de autoconocimiento, a través de los estados alterados de la conciencia.

NARRADOR: Baniopterosis, especie cocida con otras trepadoras, como Psychotria viridis, de Sudamérica, considerado un visionario o alucinógeno de mayor potencia; cocciones llamadas ““natem”” en shuar, ayahuasca en las lenguas quechuas.

MARCELINO CHUMPÍ (Secretario Ejecutivo del Consejo de Desarrollo de Nacionalidades y Pueblos del Ecuador ): El “natem” tiene varios usos, primero como sentido muy curativo, preliminar, que puede ser limpiar el estómago. Cuando tomas el “natem”, al siguiente día estás muy bien, no tienes problemas de pesadez, no tienes problemas de flojera, sino que puedes caminar, te pegas un baño y puedes estar muy bien, sentirte muy feliz, alagado de las cosas que haces. En el segundo momento el “natem” te sirve para tener visiones del futuro, de lo que vas a ser tú, de lo que va a ser tu familia… Podría alcanzar un estado mental mucho más avanzado y podrías predecir las cosas y ahí te podrías convertir en “karime”. En un tercer momento el “natem” te sirve para curar a los demás, es decir, te puedes convertir en un “urchín” o “yachak”, curandero, pero constituirse en esto, lo que hace es que el “natem”, como ser humano, como persona, pero a la vez como planta, con grandes poderes, necesita de otros elementos, por ejemplo como el “chunki”. “Chunqui” es el ser superior que te permite a ti construirte con el “yachak” o como el sabio o como el “ubishín”, y sólo el espíritu de estos, adentrado hacia ti, puede permitir curar a los enfermos, puede permitir descubrir la enfermedad.

NARRADOR: ¿Cómo clasificar la vasta variedad de conocimientos prácticos, que de ciertas plantas y hongos especiales ha tenido o tiene el ser humano? Generalmente se distinguen, como lo ha hecho Marcelino Chumpí, refiriéndose a la triple utilidad que en su cultura se le da al “natem”. Tres posibilidades: usos lúdicos, relacionados con el placer y con la salud cotidiana, usos de autoconocimiento y desarrollo del individuo, relacionados también con la salud y la vida social y, finalmente, usos terapéuticos y religiosos, relacionados con la curación de la enfermedad. Todos caben en lo que el mu pagano Nietzsche llamó el juego de la naturaleza con el ser humano.

ANTONIO ESCOHOTADO (jurista, filósofo y sociólogo): Pero droga y fármaco son la misma cosa. “Fármakon”, en griego, en esdrújulo, acentuado en la a primera, es una cosa que lo mismo sirve para matar que para curar y que, por eso mismo, es prodigiosa, asombrosa. Ese es el concepto griego. Obsérvese que “Farmakós”, la misma palabra, pero acentuada en la o, ómicron, final, significa chivo expiatorio. Eso nos hace ver hasta qué punto magia, farmacia y religión no son campos deslindados con nitidez, por lo menos hasta que aparece la magna figura de Hipócrates inventando la medicina científica, allá por el siglo V antes de Cristo, en Grecia.

NARRADOR: Y así, nuestra compulsiva noción se relaciona a veces con la historia religiosa del cristianismo, que llegó a condenar, cual fruto del diablo, tanto la farmacopea grecolatina como el herbolario popular europeo o las religiones de otros pueblos. Pero también puede combinarse con la acción combinada de la economía capitalista y el Estado contemporáneo, que estructuran nuestro presente. Tres factores que empezaron a cuajar a finales del siglo XIX, cuando una nueva potencia comienza a maniobrar en el panorama internacional, iniciando una serie de convenios internacionales regidos por el signo de la prohibición. Desde entonces su influencia no ha dejado de hacerse sentir.

CARLOS ENRIQUE GREFA ANDI (Yachak taita, Ecuador): La ayahuasca es un movimiento de la Amazonía, quechua, que es muy controlado. Hace poco, será unos quince o dieciocho años, hubo problemas bastantes con esta sustancia. Empezaron a destruir la ayahuasca. Empezaron comprar dañando a la gente de la Amazonía quechua. Diciendo “esta planta no vale, esta planta es droga”. Querían meter preso, querían seguir juicio al Ecuador-

JOSEP MARÍA FERICGLÁ (antropólogo):  Cualquier persona un poco inteligente se puede dar cuenta de que para nada son reglamentaciones o modas o dictámenes que nos hacen creer en términos absolutos, ya que sustancias que hace un tiempo eran legales ahora se han ilegalizado. Estoy hablando concretamente de la valeriana, que es una planta, un rizoma que hasta no hace mucho aquí, en España, se podía comprar en cualquier herboristería y como de pronto los laboratorios se dieron cuenta de que una gran parte, o una pequeña parte del mercado, no sé exactamente, de somníferos se les marchaba por la valeriana, pues han presionado a los gobiernos y ahora la valeriana, en España, está prohibida, por ejemplo. Está dentro de la lista de plantas psicoactivas tóxicas, cuando toda la historia, probablemente desde la época neolítica, las personas que les cuesta dormir, en occidente, por lo menos en España, en Cataluña, en la cuenca mediterránea, pues tomaban valeriana y dormían tranquilamente. Es una situación que a muchos de mis compatriotas les angustia, porque es legal, no es legal… Pero si uno se distancia un poco, que es lo que permite la antropología, se da cuenta de la absoluta ridiculez que han creado las legislaciones actuales alrededor de esto ¿no? Ya digo, lo mismo que el opio… Yo tengo un buen amigo médico que una vez, hablando de esto, me dijo: “mira, si me redujeran la farmacopea a sólo dos medicamentos, me quedaría con la marihuana y con el opio”. Son los dos medicamentos que tienen un abasto más amplio de efectos, que tienen más seguridad en su uso, digamos margen de cantidad de medicamento respecto a posible intoxicación. Entonces no hay color respecto a ningún otro fármaco de los que venden las farmacias en la amplitud, digamos, de efectos de estas dos plantas.

JUAN CARLOS USÓ (historiador y sociólogo): Bueno, yo no me atrevería a decir que el origen de la prohibición sea el dejar acotado el mercado de la química y de la farmacéutica como hoy lo conocemos. Lo que diría es que ese sector, el de la industria químico-farmacéutica, con todos los elementos que puedan participar de él, desde el productor a gran escala hasta el vendedor al detalle, se benefician de esa situación de prohibición.

JULIO BENÍTEZ (farmacólogo): Si desarrollar un nuevo medicamento viene costando alrededor de unos veinte mil millones de pesetas. Lógicamente esto ya sólo lo pueden soportar las grandes empresas multinacionales ¿no?, y muy pocos gobiernos pueden atreverse a nada que se parezca a eso, por lo cual, de algún modo, estamos delegando absolutamente una función, que por otra parte hace eficazmente las empresas, pero que sería deseable que los gobiernos tuvieran una actitud más activa.

MANUEL GARCÍA (divulgador): Bueno, la prohibición… Podemos considerar prohibición cuando un Estado hace las veces de Estado paternalista y se inmiscuye en asuntos que deben ser de la incumbencia tan personal como las sustancias con las que uno decide mezclarse o las sustancias que uno decide meterse en el cuerpo. Entonces eso debe ser cosa igual que la alimentación, igual que el sueño, igual que la sexualidad, de la única incumbencia del individuo, siempre que estemos hablando de personas adultas, mayores de edad y responsables. Y cuando hablamos de la prohibición estamos hablando también de la legalización. Y cuando hablamos de la legalización y de sus beneficios, de los beneficios que traería la legalización: sería un control de una sustancia que están tomando muchísimos usuarios, sería barrer de un plumazo todas las redes del narcotráfico, sería dejar de acercar a un montón de gente, a millones de ciudadanos normales y corrientes, al mundo del mercado negro… Cuando hablamos de la legalización no es necesario que hablemos de hipótesis, de estudios…, podemos hablar perfectamente de hechos reales, porque existe el caso de Holanda. En Holanda se legalizó la marihuana. La marihuana se dispensa en centros…, son los “coffeeshop”, que te venden distintos tipos de marihuana y de sus derivados, el hachís. Y, como decía, una de las primeras…, de los estudios objetivos…, de las primeras consecuencias de la legalización de la marihuana fue que descendió su consumo. Aparte de su consumo, pues evidentemente y aunque parezca una perogrullada, despareció todo el tráfico ilegal de marihuana y sus derivados. En cuanto una sustancia pasa a ser legal todo su comercio ilegal desaparece.

NARRADOR: ¿Qué fue antes, el huevo o la gallina? En el caso de la prohibición de libre comercio y producción de fármacos o drogas, un error habitual es justificarla atendiendo a hechos sociales que no la precedieron en el tiempo. Por ejemplo, el número de enfermedades y muerte causadas tras el consecuente surgimiento de un mercado negro para sustancias como el alcohol, la morfina o la heroína, por citar tres características, o su consumo autodestructivo, ligado a la pobreza o la delincuencia… Pero más que entrar en una polémica que exige, como cualquier debate serio, una previa y sesuda información, vale la pena esbozar algunas curiosidades.

DIONISIO LLAMAZARES (jurista): Bueno, el artículo trescientos sesenta y ocho de nuestro código penal, lo que califica como delictivo no es, por supuesto, la sustancia, porque una sustancia no delinque por sí misma, ni siquiera el consumo, por sí mismo. Lo que está ahí tipificado como conductas delictivas son las conductas tendentes a el tráfico, al cultivo o cualquier tipo de conductas, incluso la mera posesión, pero con ese destino, con destino a facilitar el consumo por parte de otros. Solamente en esos supuestos hay delito. No en ningún otro.

NARRADOR: Naturalmente facilitar el consumo ajeno de sustancias psicoactivas es algo que se viene haciendo desde la noche de los tiempos. Parece que el asunto funcionó, básicamente, con castas chamánicas o sacerdotales en cargadas de ello. Grupos sociales que tenían los conocimientos necesarios para desempeñar esa función, entre otros, como grandes dosis de sicología y sociología aplicadas, los saberes necesarios para administrar sin dañar a sus feligreses las sustancias escogidas entre la inquietante variedad de la madre naturaleza.

CARLOS ENRIQUE GREFA ANDI (Yachak taita, Ecuador): Entonces, la ayahuasca no hay como por…, no insultar la ayahuasca. La ayahuasca, cuando se agarra, es fuerte, pero en su medida tenemos. No hay que dar por dar a la gente, a la persona que quiere aprender o ver. También son nerviosos o nerviosas. Pueden desmayar. Pueden gritar ¿por qué?, porque ve cosas que nunca ha visto, ve cosas que nunca ha conocido como cuerpo, como espíritu. Por eso yo muchas veces le he dicho que espíritu es…, tenemos cada uno malo, el bueno. Y entonces sale la ayahuasca, sale especie de diablos, buen diablo y mal diablo y no se atina como zafarse líquido, la que está dentro, como botar…, claro que hace vomitar, que manda al baño ¿no? Pero ya una vez tomada, concentrada dentro, no pasa. Tiene que pasar veinticuatro horas. Entonces, especialmente, como yo soy yachak he hecho muchas dietas. Entonces uno se toma…, entonces tenemos que estar concentrando, limpiando a los enfermos o a lo más enfermos estamos viendo, para poder sacudir el cuerpo. Sudamos un poco, porque da como escalofríos. Hace temblar. Haces unos ruidos feos, unos cantos lindos, cantos feos. Todo lo hace así, pero si igualito ve, es igualito como una película. Cuando usted, su espíritu es fuerte, tranquilo, tranquilo, pues está viendo lindo… Pero cuando el espíritu está sufriendo, cuando el espíritu está enfermo no se le ve. Entonces está interior… Por eso no le ve. Pero ese líquido, una vez entrado, está curando el cuerpo, todo nuestro organismo que está mal, aunque no le ve. Pero cómo deba hacer para ver.

JULIO BENÍTEZ (farmacólogo): No sólo desde el punto de vista psicoactivo, por poner otro ejemplo mucho más antiguo, ya en la India se utilizaban las raíces de la Rauwolfia serpentina, que todavía hasta hace diez años era un fármaco utilizado en la hipertensión ¿no? Es decir, un extracto de una raíz de una planta que crecía en la India. La digital, un fármaco utilizado para la insuficiencia cardiaca, pues de primera elección hasta hace quince o veinte años y todavía muy utilizado, pues se extrae también de una hierba. De manera que el hombre siempre ha estado buscando. Es decir, sustancias que alivien sus males en la naturaleza. Y, lógicamente, en el siglo XIX, cuando la industria de los tintes, fundamentalmente en Alemania, pues generó una enorme cantidad de dinero, en primer lugar, y por tanto de medios de producción, pues eso hizo posible que se empezara a pensar en medicamentos en general, en su síntesis química o, a veces, en su purificación y semi-síntesis, que sería hacer un extracto de una planta y, sobre ese extracto, purificarlo todo lo que se pudiera y a veces, incluso, modificar su molécula parcialmente, para obtener el efecto deseado, por ejemplo la aspirina, bien conocida de todo el mundo, inicialmente era un extracto que podía ser de corteza de sauce o podía ser de una planta del género de las espirias, y el problema es que era tremendamente dañina para el estómago en su preparación inicial o en su extracto inicial y entonces se recurrió a añadirle otra molécula, que era el acetilo, y pasó de ser ácido salicílico, que deriva de Salix, que es el sauce, a ser ácido acetilsalicílico que…, es un ejemplo de…, y que fue basado sobre todo, ya decía, en la industria esta de los tintes alemana, que hizo posible el que fuera técnicamente viable y económicamente asequible la síntesis o semi-síntesis de todos estos productos ¿no? Y, lógicamente los opiáceos, en la medida en que se pudo extraer la morfina o la diacetilmorfina, que es la heroína, pues fueron un enorme avance, su purificación y/o su síntesis, fue un enorme avance en el tratamiento del dolor y otros tratamientos de otros procesos.

NARRADOR: Más de dos milenios antes de esta revolución contemporánea, protagonizada por laboratorios farmacéuticos europeos, como la Bayer o Merck, que concretamente pusieron en el mercado decimonónico las nuevas sustancias, lo médicos griegos habían empezado su andadura explicando de forma clara los usos posibles de sus fármacos, según la cantidad y la frecuencia en que se tomasen, efectos que iban, en el caso del sedante opio, desde la tranquilidad a la buena muerte, pasando por un amplio abanico de experiencias curativas contrastadas para diversos males.

ANTONIO ESCOHOTADO (jurista, filósofo y sociólogo): Pasó el tiempo, vino el Renacimiento y renació el afán de conocer, el ideal científico y entonces empezamos a tomar las drogas, justamente, porque eran una promesa de tocar nuestro sistema nervioso como lo toca un violinista experto su violín o un pianista experto su teclado. Lo que pasa es que a finales…, bueno, a principios del siglo XX llegó la prohibición, instalada por los americanos y, entonces, el misterio no es, digamos, cómo hace el sacerdote aquello, el misterio no es cómo se come y se bebe del Dios. El misterio es qué demonios tiene aquella papela, qué demonios tiene aquella cápsula, qué contiene aquella pastilla. Entonces la reserva mistérica, el misterio se ha desplazado a la dosis. Eso es, digamos, la consecuencia inevitable de la prohibición, una falta de transparencia en la composición, algo excepcionalmente grave tratándose de un campo, como el de las drogas, donde sólo la dosis hace de algún veneno, como dice la antiquísima sentencia. Entonces, claro, si resulta que las drogas no son ni buenas ni malas, como dicen Hipócrates y Galeno y todos los médicos dignos de mención después de ellos…, si las drogas son, en realidad, espíritus neutros que de lo que en realidad dependen es de persona, ocasión y, sobre todo, de dosis ¿cómo se van a poder tomar de una forma razonable, cuando procede y cuando procede, si su composición es misteriosa? Digamos, ese es el talón de Aquiles de la prohibición, el misterio que preside la composición actual de los productos que se venden masivamente, pero en el mercado negro.

NARRADOR: ¿Pero qué es esa forma de comprar y vender sustancias psicoactivas que tantas negativas denotaciones y connotaciones posee? Abusos individuales criminalizados socialmente, continua y venenosa adulteración o engaño, miles de personas encarceladas por pequeños delitos de narcotráfico, multas y capturas policiales, gasto de dinero público en atención a drogodependientes, inseguridad y peligro. Para entenderlo quizá habría que hacer un poco de historia y hablar de algo que parece ciencia ficción, una cultura occidental sin mercado negro de drogas. Con el resto de los productos se comercializaban entonces legalmente, al por menor o al por mayor, en farmacias, droguería, abacerías, ultramarinos, etcétera, desde las que como el alcohol se consideran, aún hoy, alimenticias, a las que en el otro extremo de prohibición se llaman sustancias de abuso y se consideran número uno en las listas de perseguidas por la ley, sin utilidad terapéutica reconocida. Algunas de las que hoy se venden legal o ilegalmente, simplemente no existían todavía. Por poner un ejemplo, el mercado de un país entre mediterráneo y atlántico, en el siglo XIX

JUAN CARLOS USÓ (historiador y sociólogo): Durante toda esta época son dos gremios que coexiste, no solamente pacíficamente, y hablaré solamente del gremio de farmacéuticos y del de drogueros, por simplificar, porque luego también hay de herbolarios, como os podéis imaginar, que aún sigue siendo muy importante, tienen su propio colegio profesional en Cataluña, también los herbolarios tocaban si no todas algunas de estas sustancias psicoactivas, por supuesto en su forma vegetal… Pues, como digo, los drogueros y los farmacéuticos coexistían de forma pacífica e incluso hicieron frente común ante el gobierno, digamos, ante sus demandas, de cara a conseguir una protección, unos aranceles, de cara a especialidades farmacéuticas que vinieran de fuera.

NARRADOR: Y es que la activa propaganda de los laboratorios farmacéuticos, grandes y pequeños, nacionales y europeos, que vendían caros morfina, codeína y otros resultados de la síntesis del opio, iba dejando arrinconada a la vieja medicina vegetal y las baratas cápsulas de adormidera ibérica. A mediados de siglo, con la ley orgánica de sanidad de mil ochocientos cincuenta y cinco, se prohibió exclusivamente una de ellas, la de remedios secretos, secretos porque eran productos que no informaban claramente qué sustancias, psicoactivas o no, contenían. Además figuraba una prudente medida sobre los remedios llamados heroicos, aquellos que podían matar o curar, según la dosis o la posología. Exigir claridad en la etiqueta, reclamar transparencia en la composición, saber qué se compra, sin duda juiciosas reclamaciones y avances, especialmente en un mundo en el que una publicidad no siempre es fiable. Naciendo con la economía capitalista, empezaba a apuntar gran capacidad de condicionar la actividad de los compradores. Sucedió, sin embargo, que algunos remedios secretos patentados siguieron vendiéndose con casi total impunidad durante unos cien años, llegando al público el caso de algún responsable político implicado en su negocio. Eran tiempos lejanos. De 1870 a nuestros días no ha cesado de multiplicarse la legislación sobre drogas. La primera novedad, que aún forma parte de nuestra Constitución, fue un principio general, el concepto de “salud pública”, inspirado en la obra de un jurisconsulto italiano. Pensado en origen para evitar acciones como envenenar las fuentes, desenterrar cadáveres, encender hogueras en ciudades de madera o vender fármacos en mal estado, comprar y consumir libremente aún tenía como único límite la dignidad y la responsabilidad personal.

DIONISIO LLAMAZARES (jurista): La salud pública, como elemento constitutivo del orden público, incluye, como carácter esencial, la inseguridad, de tal manera que el Código de Derecho Penal se refiere a la salud pública, algunos delitos de salud pública…, vamos, a los delitos contra la salud pública dentro de otro bloque superior que es el de la seguridad pública.

NARRADOR: Allá por 1870 las penas por delitos contra la salud pública no supusieron grandes cambios, ni en el mercado ni en la vida cotidiana, una vida en la que el problema de las drogas era aún un fantasma lejano.

JUAN CARLOS USÓ (historiador y sociólogo): Dentro del tema ya próximo a lo que nos interesa, las sustancias hoy en día consideradas drogas y prohibidas, por ejemplo, era delito contra la salud pública vender lo que podríamos llamar vender sustancias adulteradas, es decir, un farmacéutico que vendiera una sustancia por otra, lo que hoy entenderíamos por sustancias caducadas, eso también sería un delito contra la salud pública, es decir, cuando ya ha vencido el plazo establecido por la ley para que ese medicamento surta efecto, y la venta de un medicamento por otro. De tal manera podía darse la circunstancia, en esta época, de que si una persona entraba a una farmacia y pedía un gramo de heroína o un gramo de cocaína y, por un despiste, el farmacéutico le vendiera un gramo de aspirina, ese farmacéutico estaba incurriendo en un delito contra la salud pública.

NARRADOR: Lo que nos asombra es ¿por qué no decirlo?, la posibilidad de auto-medicarse sin receta médica. Aunque la receta ya existía, igual que había grandes médicos, no empezó a ser obligatorio presentarla para comprar ciertos productos hasta unas décadas más tarde, sucedió a principios del siglo XX y desde la firma del convenio de La Haya hasta la creación de la Organización Mundial de la Salud, décadas más tarde, la situación empieza a parecerse a la actual, en la que una autoridad, tan internacional como el propio mercado de medicamentos legales y drogas ilegales, decide sobre ambos.

JUAN CARLOS USÓ (historiador y sociólogo): Estos cambios, por supuesto, de una manera gradual, de una manera progresiva, van trayendo, bueno, pues en primer lugar que la gente cada vez se fascine más por aquellos productos que se intentaba reprimir, que esos productos disparen su precio, que en base a estos precios exorbitados se adulteren, obviamente siempre con sustancias más baratas para conseguir que aquello cunda más y, en cualquier caso, que se deteriore más la salud de los usuarios, porque ya no solamente están tomando, en el caso de la cocaína, cocaína, sino también ácido bórico, que era la sustancia con que comúnmente, durante los años veinte y los años treinta, se adulteraba este tipo de sustancias, la necesidad de policías específicas para reprimir este tipo…, es decir, por la brigada de estupefacientes…, por ejemplo, en el Estado Español es una creación de 1967. Ya en los años treinta se destinan a agentes específicamente a la represión del tráfico. Hay que pensar que con la legislación, es decir, al exigir a partir de 1918 receta facultativa y seguir habiendo tráfico e incumplimiento sistemático de la ley, siendo productos legales que todavía se podían conseguir en farmacias y que exigían de la aquiescencia de un facultativo, es decir, de un médico, todo el mundo se puede imaginar que durante los años veinte son muchos los farmacéuticos y los médicos que, de alguna forma, se corrompen por este mercado negro en el cual empiezan a entrar todas estas sustancias.

NARRADOR: Corrupción. Esta es una fea palabra y, quizá, una de las más triste secuelas del mercado negro, que por otra parte ha legado al Estado Español la posibilidad e abultar aún más el ingente sector de la salud pública, a cuenta de las drogodependencias contemporáneas. Algunos, ante el desalentador panorama, consideran que una vuelta a la magia y al chamanismo no es tan despreciable como opción teórica, aunque sin duda resultaría difícil llevarla a la práctica. En sociedades como la de una selvática Amazonía, cuya principal amenaza son hoy las petroleras y madereras extranjeras, en vez de un aparato policial existía o existe otra refinada forma de control social para evitar abusos. Mantener culturalmente como principio general, ante sus plantas sagradas, no la prohibición policial sino el respeto a lo numinoso.

CARLOS ENRIQUE GREFA ANDI (Yachak taita, Ecuador): Ayahuasca es una planta que nadie se tocaba, antiguamente, que era muy sagrado, muy medicinal, no solamente para ver las visiones sino ver los problemas que tenemos cada uno. Pero la ayahuasca se siembra un sector donde nadie toca, una selva muy sagrada y cuando ya es cerca de salir la planta de ayahuasca, está gruesa, se van a chequear, es decir, ver cómo está de preparaciones y cómo se encuentra la planta. Esa planta no se acercaban de golpe. Se acercaban muy despacio, muy controlado, porque ese siempre la planta tiene un poco de recelo, por cuanto que tiene que hacer es despertar la planta, tocarle muy despacio y sacudirle un poquito para poder cortar, ligar, tocar las hojas o el bejuco. Entonces ese es el problema que nos indicaban los taitas, los antepasados, la práctica, que llamando ayahuasca, esa cosa muy, muy, muy sagrada, digamos muy espiritísimo.

NARRADOR: La lección es difícilmente aprovechable pero no inútil, antes de apuntar otro de los grandes temas, que abandonando ya la historia médica y legal de nuestro mundo, son y han sido siempre universales. Las profundas implicaciones entre la libertad de consciencia y el uso de drogas psicoactivas.

DIONISIO LLAMAZARES (jurista): Bueno, pues en una cosa muy sencilla. Partiendo de la hipótesis de que, en definitiva, el último fundamente del derecho al propio cuerpo, a la propia salud, a la integridad personal, etcétera, está en el artículo dieciséis, que define la libertad religiosa y la libertad ideológica, lo que allí se dice ya es que el límite, el único, eso sí, porque se trata de una libertad especialmente protegida, el único límite que tiene es el orden público y, dentro del concepto de orden público, tanto los textos internacionales suscritos por España como nuestro ordenamiento interno, por ejemplo el artículo tres de la ley orgánica de libertad religiosa, incluyen, dentro del concepto de orden público, el respeto de los derechos fundamentales de los demás, la seguridad pública, la moral pública y la salud, de tal manera que el problema que se plantea es el problema de la colisión entre un derecho fundamental, entre el ejercicio de un derecho fundamental y uno de los elementos constitutivos del orden público como límite de los derechos fundamentales, en este caso de este derecho fundamental en concreto.

ANTONIO ESCOHOTADO (jurista, filósofo y sociólogo): Es muy gracioso que los científicos, sobre todo los que está dirigiendo, por ejemplo, en las Naciones Unidas o en los Estados Unidos los programas de drogas, tienen la actitud más anticientífica que se puede tener, porque para ellos una droga que produzca placer, es decir, una droga que realmente sea una buena droga, es una mala droga y, entonces es una droga de abuso y debe ser inmediatamente prohibida. Eso sucedió con el éxtasis y sucederá con cualquier nuevo fármaco que se descubra capaz de dar euforia al ser humano.

JUAN CARLOS USÓ (historiador y sociólogo): Yo…, a mi entender todo esto son consecuencias de sacralizar ese concepto de salud pública que se formula a finales del XVIII y que, repito, tiene que ver más con la seguridad nacional que con la seguridad personal, claro, llegamos a tal…, porque fijaros, es decir, el absurdo es tan grade que fijaros lo que pasa, yo no sé si vosotros esto lo veréis como algo normal, si yo le vendo a una persona un gramo de cocaína y soy detenido por ello seré acusado de un delito contra la salud pública, es decir, contra la salud de todos, cuando yo lo único que he vendido es un gramo a una persona, sin embargo, si tengo una empresa que contamina el aíre, la tierra, el agua, que sí son elementos de los cuales participamos  o deberíamos participar o disfrutar todos, entonces resulta que estoy cometiendo un delito ecológico. Es decir, simplemente la perversión del concepto ha llegado a tal límite que esto es absurdo, porque, claro, lo lógico es que si yo le vendo un gramo de cocaína a alguien, pensando con lógica pudiera ser acusado de asistencia al suicidio o de intento de homicidio, como mucho ¿no?, no sé…, pero ¿cómo voy a atentar contra la salud de todos, de cuarenta millones de personas porque le haya vendido un gramo a una persona? Es absurdo. Entonces yo creo que hay una perversión, una enorme perversión conceptual que, bueno, ha tenido su reflejo en determinados sectores económicos, como pueda ser el sector de los laboratorios farmacéuticos y tal que, claro, son auténticas multinacionales, mega-corporaciones con unos ingresos incalculables.

NARRADOR: Sobrevuela algo más. No todo puede explicarse racionalmente y buena parte de lo que se juega de refilón en este campo semántico, al sugerir el hecho de la actividad psíquica, es la propia psique, el alma o las almas de los seres humanos, con connotaciones como las de salud o enfermedad mental.

JULIO BENÍTEZ (farmacólogo): Cuando hablamos de que nuestro comportamiento se basa en neurotransmisores es evidente que, claro, nadie sabe de dónde salieron los neurotransmisores, por qué una situación anímica puede modificar nuestro equilibrio de neurotransmisores, por qué la tristeza puede provocar aumento de unos, disminución de otros, por qué una depresión puede conllevar en una personas un trastorno y en otras otro. Es decir, un cambio en los neurotransmisores, evidentemente que esto no es conocido, ya quisiéramos conocerlo, porque entonces tendríamos la solución a casi todos los males ¿no? De tal manera que lo único que podemos hacer es describir lo que ocurre, con un objetivo a corto plazo, que es que si sabemos qué es lo que condiciona pues, por ejemplo, la tristeza que lleva a algunas personas al suicidio, pues quizá, si modificamos esos cambios en los neurotransmisores, podemos evitar que esa persona se suicide y eso es, afortunadamente, lo que ha ocurrido, no en todos los casos, desgraciadamente, pero sí en muchos ¿no? Es decir, si sabemos que hay una alteración en la producción o en la destrucción de un neurotransmisor conocido como serotonina, pues podemos dar fármacos que modifiquen ese trastorno y, por tanto, prevenir que esa persona llegue a tal grado de tristeza y depresión que incluso se plantee el suicidio y esto sabemos que funciona. Naturalmente no sabemos el meollo intrínseco por qué, pero sí sabemos lo suficiente como para evitar males mayores y por desgracia ahí es donde estamos, por desgracia o por ventura. Estamos muy delante de lo que estábamos hace cincuenta años y muy atrás de lo que nos gustaría estar.

NARRADOR: ¿Quién tiene la última palabra? En el mejor espíritu de la democracia, el nacido de la Ilustración y aún no muerto, se dijo tajantemente: “uno mismo”. Y en religión como en siquiatría casi todos están de acuerdo: como mucho las sustancias psicoactivas  pueden ayudar, como mucho pueden ser un medio de un proceso personal hacia la curación en un sentido amplio, que abarca cuanto abarque la propia conciencia humana, pero no más, como mucho un acceso al cielo o al infierno o a ninguno de los dos.

JUAN CARLOS USÓ (historiador y sociólogo): Pero qué es lo más saludable…, es que claro, yo creo que una cosa es las directrices generales que obedecen a una política global, sanitaria o de salud pública que tienen que regir el país, pero luego está la salud individual, lo que cada persona considera… es decir, la OMS puede decir lo que quiera sobre cuáles son los parámetros que ella considera más saludables para la población, pero puede ser que luego la persona, es decir, cuando vamos individuo por individuo, lo parámetros ideales de bienestar de ese individuo no se ajusten a los parámetros de salud o de bienestar que diga la OMS ¿entonces qué hacemos?, ¿por qué hemos de hacerle más caso a la OMS que a ese individuo?, de cara a lo que es la salud de ese individuo. Yo no digo que los parámetros de un individuo han de llevarse a los parámetros colectivos o generales, pero lo contrario también me parece monstruoso.

NARRADOR: ¿Utilizarlas o no? Una cuestión de voluntad individual. Al igual que formarse una opinión dentro o fuera de la pequeña cápsula de este documental.

ANTONIO ESCOHOTADO (jurista, filósofo y sociólogo): Es cierto que…, pero…, que las autoridades odian la dimensión científica de las drogas, es cierto. Lo que pasa es que, en la juventud, yo observo mucho más conocimiento y mucha más mesura ahora que hace veinte años e incomparablemente más que hace cincuenta, de modo que no tengo más remedio que ser optimista, porque a pesar de las terribles horcas caudinas que impone la prohibición, en cuanto a la opacidad de la composición de cada cosa, a pesar de ello, la juventud, en un ejercicio de desobediencia civil masivo, en todo el planeta, se da cuenta de que no le interesa atenerse a la coartada del yonqui o a la coartada del enfermo, se da cuenta de que, bueno, mentirse a sí mismo o mentir a los demás, se puede sacar algún tipo de beneficio, pero las drogas no están ahí para que uno se mienta a sí mismo ni para mentir a los demás, sino para sobrellevar mejor los pesares de la vida, para aumentar nuestro autocontrol y, por supuesto, para darnos momentos de placer o de menos dolor en cada instante.

NARRADOR: Y volvemos al latir del corazón. ¿Quién tiene la última palabra?

Publicado por LUIS SARASOLA en: http://parerga-und-paralipomena.blogspot.com.es/

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