El yoga de los sueños. Lama Tenzin

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La escuela Nyingmapa se caracteriza por ser la heredera directa de las prácticas más antiguas del budismo tibetano, algunas de las cuales, incluso, son producto de la fusión que se produjo entre el budismo y las religiones prebudistas de Tíbet. Lama Tenzin, entre otros conocimientos que posee, es un auténtico especialista en el yoga de los sueños.

Lama Tenzin vive en Francia desde 1987, donde reside en su propio templo de Shedup Kunsang Chöling, perteneciente a la escuela Nyingma Tersar, ubicado en la localidad de Septvaux, en la Región de Picardía, al noreste de París. Además de su labor espiritual, da clases de filosofía oriental en la universidad de La Sorbona.

Su biografía personal es una accidentada aventura al hilo de los acontecimientos de su país natal. En 1959, sus padres, antes de que la invasión china sea un hecho contundente, inician una prometida peregrinación al monte Kailás; y por el camino nace el lama Tenzin. Gracias a ello, comenta, nuestra salida del país no fue una huida peligrosa, sino una cómoda excursión. Ya establecidos en el exilio de Dharamsala, el gobierno del Dalai Lama decidió crear varios campos de refugiados, cada uno de ellos bajo la tutela de un maestro espiritual de distinto linaje. Su familia, adepta del linaje Nyingma, decidió unirse al campo dirigido por Dudjom Rimpoché, cabeza de dicho linaje. Allí es donde él creció, realizó toda su formación primaria y estudió budismo. Tras ello, Dudjom Rimpoché construyó un instituto en Nepal, e invitó a varios de los niños a que ingresaran en ese monasterio, entre ellos a lama Tenzin. Allí estudió más de doce años, y durante ese tiempo tuvo la ocasión de recibir enseñanzas y transmisiones de los más importantes lamas de la época. Al acabar sus estudios se convirtió en profesor del instituto y, al poco, en director del centro. Unos años más tarde le ofrecieron trasladarse a Francia, al monasterio donde, en aquellos momentos, había fijado su residencia el propio Dudjom Rimpoché, para ayudar a transmitir en Occidente las enseñanzas budistas. Y desde entonces reside en el país vecino.

¿Es el yoga de los sueños una materia muy especializada?

En efecto, el yoga de los sueños es sutil y profundo. En el sueño, el nivel de realidad, paradójicamente, es mayor que en la vigilia, porque el inconsciente aflora hacia la superficie y podemos verlo con más facilidad. Y este ‘estado inconsciente’ es también la base de todas nuestras experiencias de la vigilia. De modo que el trabajo del yoga de los sueños empieza siempre en la vigilia: cuanto más te preparas durante el día, más ligera y clara está nuestra mente para reconocer la esencia… Si durante el día estamos desequilibrados por las emociones y apegados a la realidad, entonces el sueño será denso y oscuro, y la lucidez de la mente decrecerá durante el sueño. Todos los fenómenos no son otra cosa que fenómenos compuestos, y no hay ninguna naturaleza intrínseca en ellos que los haga reales. Cuando nos damos cuenta de esto dejamos de estar tan apegados, y poco a poco nos volvemos capaces de reconocer la claridad del sueño. Si no nos entrenamos en ello, los sueños acaban siendo una reelaboración de lo que sucede durante el día: las mismas proyecciones que vuelven durante el sueño.

Entonces no es que el yoga de los sueños aporte algo especial a la práctica espiritual, sino que, inevitablemente, cuando se sigue una práctica espiritual regular uno tiene que acabar trabajando también en el sueño.

Por supuesto. Desde que nacemos hasta que morimos pasamos por determinados estados: a veces dormimos, a veces estamos despiertos, a veces meditamos… Se trata de distintos estados con los que tenemos que tratar. Son la continuación de nuestra mente ilusoria que se va moviendo en estos distintos estados. Dado que el camino del vajrayana es muy elaborado y flexible hay muchos métodos sabios para ello. En el tantra decimos que estemos en lo que estemos (sueño, enfado, sexo…) es parte de la energía con la que tenemos que tratar. No se puede presionar hacia abajo y ocultarla, pues no conseguiremos que desaparezca: esa energía se acumulará en algún lugar y algún día nos explotará en la cara. Hay que tratar con estas cosas, y cuanto más hábiles seamos mejores resultados obtendremos.

Otra cosa que me llama la atención en su enseñanza es que el proceso de entrada en los sueños es idéntico al que se describe en el bardo de la muerte: la disolución del elemento tierra en el agua, etc.

Sí. La única diferencia es que la disolución de entrada en el sueño es más sutil y no es fácil reconocerla. En la muerte la disolución es mucho más clara. Además, en el sueño, cuando llega, la conciencia se disuelve en el corazón, no cesa completamente; y, al morir, la conciencia no vuelve al corazón, sino que se desconecta. Esto sucede porque las funciones ya no van a trabajar más. Pero, en definitiva, es cierto que se trata del mismo proceso.

De manera que el yoga de los sueños es una excelente práctica de preparación para la muerte.

En efecto. A través del yoga de los sueños podemos desarrollar la confianza en que ‘nuestra disolución’ es un proceso natural; el único problema en el momento de la muerte es el miedo. El yoga de los sueños nos da la preparación para estar seguros de lo que está sucediendo.

¿Conoce la obra de Carlos Castaneda?

Algo he leído. Castaneda habla de ‘el doble’, y me pregunto si tiene algo que ver con lo que usted hablaba el otro día de la consecución de un ‘cuerpo mental’ a través de los sueños, en la dimensión del mundo onírico.

Cuando practicamos durante el sueño desarrollamos un cuerpo ilusorio con el que trabajamos.

¿Y puede este cuerpo mental interactuar con el plano de la vigilia, con el mundo normal de los demás?

Si nos involucramos en este trabajo a niveles profundos, ese cuerpo del que he hablado puede llegar a convertirse en un cuerpo visible. Con la práctica, incluso puede llegar a ser un cuerpo tangible. Sin embargo, quiero dejar claro que en el yoga de los sueños trabajamos exclusivamente con nuestro potencial natural, nunca se trabaja con drogas que induzcan estados de conciencia especiales.

Castaneda relata con pavor el momento en que descubre que, en ciertas ocasiones en que se ha encontrado con su maestro don Juan, no se trataba de él sino del doble de don Juan. ¿Es esto posible desde el punto de vista de la sabiduría tibetana?

Claro que sí, todo depende del estado de realización. Cuanto más nos damos cuenta de los estados reales de nuestra mente, más nos sucede esto.

¿Utilizan los lamas tibetanos alguna vez el cuerpo ilusorio del sueño para dar enseñanzas en otro lugar distante a aquel en que se encuentran o para hacerse presentes en otro sitio?

Hay muchas historias así referidas a los grandes maestros. En los relatos de sus vidas siempre hay una sección que habla de su ‘biografía secreta’, en la que se narran sus viajes por otros universos y sus desplazamientos mágicos en el tiempo. Pueden, por ejemplo, desaparecer un día y, durante ese lapso, haber estado una semana o un mes en otro lugar.

Cambiando de tema, uno de los problemas que más hace sufrir a quienes lo padecen es el insomnio. ¿Qué explicación tiene desde sus conocimientos?

Es un problema de lunk, de la energía del viento. Y ello se debe a que cada vez comemos más ligero y nuestros cuerpos no están bien nutridos. La cuestión es que la conciencia tiene que permanecer en el cuerpo y para ello éste necesita una serie de elementos; si no están o son muy débiles, nos ‘volamos’, nos vamos hacia arriba.

Resumiendo, lo primero para resolver esto es saber cómo nutrirse bien. Por supuesto que también los desequilibrios emocionales tienen mucha influencia en ello. Desde el punto de vista de la medicina tradicional tibetana hay distintos métodos para estabilizar el viento.

¿Puede sugerirnos alguna práctica sencilla y beneficiosa al alcance de todo el mundo?

Hay un ejercicio básico para cuando nos hemos acostado y vamos a dormir, y consiste en visualizar la letra ‘A’. A continuación imaginamos que esta letra está en nuestro corazón y es muy brillante. Luego vemos cómo comienzan a salir ‘Aes’ de nuestro corazón hacia fuera. Lo hacen por el orificio derecho de la nariz y van rodeándonos, llenando con su figura y su luminosidad la habitación en la que nos encontramos y todo el espacio en general. Esto lo primero que hace es cortar los estorbos que nos impiden dormir; y, además, el esfuerzo de concentración genera un cansancio que nos va empujando hacia el sueño. Luego, cuando ya sentimos que nos estamos durmiendo, todas las ‘Aes’ que hemos expelido regresan dentro de nosotros, esta vez por el orificio izquierdo de la nariz, hasta asentarse de nuevo en nuestro corazón. Finalmente, todas estas ‘Aes’ se funden en una sola, fuerte y brillante, que permanece en nuestro corazón.

¿Y contar ovejitas puede ser equivalente?

(El lama ríe, pero acto seguido se toma la pregunta en serio y contesta).

La diferencia es que ‘A’ es un fenómeno puro, energía en estado esencial; mientras que pensar en ovejas te trae el recuerdo de su olor, de su leche… de hecho acabamos no viendo la oveja, sino su lana, su carne, etcétera.

Ahora me entra una duda: ¿estamos hablando de la ‘A’ latina o de la tibetana?

Sería mejor la tibetana, porque su propia forma es una representación simbólica de nuestra energía, contiene la esencia de las energías que simboliza, no es un signo arbitrario.

Me va a perdonar mi ignorancia pero le voy a pedir que me la dibuje.

Es como la sílaba OM pero sin la especie de acento que ésta lleva encima.

ILUSTRACIÓN: LIZ REZA (MÉXICO)

El proceso de entrada en el bardo de la muerte, análogo al de entrada en el sueño, está descrito con precisión en el libro del lama Jinpa Gyamtso “Morir y volver a nacer”, publicado por ediciones i:

“En primer lugar, el prana (energía) que soporta el elemento tierra (la solidez, la firmeza y estabilidad del cuerpo) deja de funcionar. Cuando esto sucede, todos los nadis (canales energéticos) del chakra a nivel del ombligo, donde reside principalmente este prana, se desintegran, y el elemento tierra se disuelve. ‘Disolverse’ significa que deja de servir como soporte de la conciencia, pierde su vitalidad; y entonces el elemento tierra se mezcla con el elemento agua.

La fase siguiente se produce cuando los pranas del elemento agua, que se asientan principalmente en el chakra del corazón, dejan de funcionar; se retiran hacia el canal central y los nadis del chakra del corazón se desintegran. El elemento agua deja de ser soporte de la mente y del cuerpo, pierde su fuerza y se disuelve en el elemento fuego.

El tercer estadio comienza cuando el prana del fuego cesa de funcionar y todos los nadis del chakra de la garganta se desintegran y se disuelven en el elemento aire. El elemento fuego deja, de este modo, de ser un soporte para la mente y el cuerpo. La señal externa es que el calor comienza a desaparecer y el cuerpo se enfría gradualmente, empezando en general por los pies y las manos, y avanzando hacia el centro del tronco.

A continuación deja de funcionar el prana que soporta el elemento aire y todos los nadis del chakra del lugar secreto (la zona genital) se desintegran. Como resultado de esto, el elemento aire se disuelve en la conciencia. La señal externa es que la respiración se vuelve más pesada, larga y ruidosa”.

Por Agustín Araque

Fuente: http://www.revistadharma.com

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