La Filosofía y las Alucinaciones

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Para la ciencia, las alucinaciones son percepciones sin objeto y se presentan en enfermedades mentales como la esquizofrenia, en la enfermedad de Parkinson o la Epilepsia, en el Trastorno Bipolar (maníaco-depresivo), pero también pueden aparecer ocasionalmente en situaciones de aislamiento prolongado o después de varios días sin dormir, durante las crisis graves, por exceso de estimulación, y por alto consumo de alcohol o drogas.

También pueden darse en estados hipnóticos, en la meditación profunda, en estados de trance y en el éxtasis místico.

Del cinco al quince por ciento de la población normal podría tener alucinaciones espontáneas en alguna oportunidad y una de cada tres personas podría tener alucinaciones antes de quedarse dormida o al despertarse.

Las alucinaciones pueden ser visuales, auditivas, verbales, gustativas, táctiles y kinestésicas. Se trata de percepciones falsas o distorsiones de la percepción muy complejas, difíciles de estudiar y de definir.

En estudios realizados en esquizofrénicos se han detectado áreas del cerebro involucradas en estos fenómenos que ayudan a lograr una mayor comprensión de los mecanismos de las alucinaciones verbales. Otro modo de investigación es administrando sustancias alucinógenas a voluntarios para poder observar sus efectos neurobiológicos.

Las alucinaciones sugieren cuestionamientos científicos, filosóficos y también religiosos, porque son estados alterados de conciencia que aún no se conocen muy bien y que guardan enigmas difíciles de investigar en un laboratorio.

Los elementos que aparecen en las alucinaciones pueden ser sensoriales y psíquicos y se pueden parecer a los sueños.

Pueden ser transitorios o permanentes, percibirse con los ojos cerrados y abiertos y tan intensas que a veces impiden ver el entorno.

Las alucinaciones visuales pueden ser destello de luces, colores, y adoptar figuras geométricas que se suelen combinar con el ambiente y deformarlo; en tanto que con los ojos cerrados pueden verse paisajes o escenas complejas.

Las auditivas son sonidos como zumbidos, golpes, ruidos diversos, silbidos, rugidos, agua corriendo, puertas que se cierran, campanas, lamentos, murmullos, pasos, música, etc.

La verbal es una forma de alucinación auditiva bastante frecuente, que es cuando se oyen voces que pueden comprenderse o no, amistosas, amenazantes o imperativas y demandantes.

Las alucinaciones del olfato son olor a putrefacción, a goma quemada, a rosas, a canela a “santidad”; y del gusto, son sabores a cebolla, ostras, metal o sangre.

Las táctiles son sensaciones térmicas, de picoteos, pinchazos, toques, hormigueos, dolores, pesadez, hinchazón, palpitaciones.

Las kinestésicas se relacionan con la posición en el espacio, la orientación, el movimiento de miembros y cuerpo y el equilibrio; como la sensación de temblores o que se mueve el piso, de elevarse por los aires, de hundirse en el suelo, del alargamiento de las extremidades o de la falta o el agregado de un miembro. De este tipo es la sensación de miembro fantasma que sienten los amputados.

También la sensación de una presencia, alguien próximo hasta el punto de sentirle su respiración, su olor y cómo se desplaza a su alrededor. Y además el fenómeno alucinatorio de percibirse a uno mismo desde arriba fuera del cuerpo.

Puede haber alucinaciones que incluyen varios sentidos al mismo tiempo.

En general las alucinaciones tienen un fuerte impacto emocional, de angustia o euforia.

En cuanto a las alucinaciones psíquicas se refieren a las percepciones mentales que pueden modificar la noción del espacio y el tiempo, la atención, el sentido del yo, el modo de actuar y afectar el control consciente.

Algunas culturas atribuyen a las alucinaciones un poder premonitorio y un significado sagrado.

Las “revelaciones” místicas de nuestros antepasados antiguos se podrían calificar como alucinaciones.

¿Pero qué son en realidad las alucinaciones? ¿Qué es lo que hace que se estimulen determinadas partes del cerebro y las provoquen?

Aún no se sabe con certeza.

Sabemos que la percepción modifica la realidad concreta porque depende de quien la mire.

Las alucinaciones son un verdadero enigma aún no revelado que mueve a la especulación filosófica y religiosa.

Son estados alterados de conciencia que producen imágenes que no coinciden con el entorno en que se encuentra el sujeto ni se asemeja a lo que perciben los demás en forma objetiva.

Es un fenómeno que provoca curiosidad y que sugiere la posibilidad de que pueda existir una realidad que comúnmente no vemos pero a la que eventualmente podemos acceder en otro estado de conciencia.

Descartes se preguntaba ¿cómo podemos estar seguros de nuestros sentidos si estos nos engañan? ¿Qué prueba tenemos que lo que estamos viviendo no sea un sueño?

Por lo cual llega a la conclusión, que de lo único que podemos estar seguros es que estamos pensando, porque los sentidos no son confiables como para fundamentar un conocimiento verdadero.

Solamente la razón humana es la que puede brindar una certeza.

El estudio de las alucinaciones representa un verdadero desafío para la ciencia porque de alguna forma todos modificamos la realidad que vemos según nuestras experiencias y nuestras creencias.

De manera que toda percepción podría ser calificada en parte como alucinatoria, ya que intervienen no sólo los datos externos sino también los internos, que son diferentes de lo que suponemos es el mundo físico.

La filosofía contemporánea pone reparos a la definición clásica de lo que significa la alucinación para la ciencia, de que se trata de percepciones sin objeto.

Para el intencionalismo, tanto la percepción común como la alucinación son experiencias sensoriales que deben considerarse representaciones mentales: en el primer caso son verdaderas y falsas en el segundo, sin buscar el fundamento en los datos sensoriales.

Para el racionalismo la percepción común es algo real muy diferente de la alucinación.

Algunas alucinaciones forman parte de las prácticas culturales de ciertas culturas indígenas.

Los chamanes de algunas tribus que aún existen en el Amazonas peruano realizan prácticas de sanación. Para ellos, estos fenómenos alucinatorios que perciben son simplemente una parte de su vida cotidiana, porque no consideran que se trate de percepciones sin objeto o una modificación delirante de la realidad, sino que son sueños lúcidos, visiones con un significado, un tipo de conocimiento superior que han aprendido a interpretar.

Los chamanes utilizan el poder físico que tienen las plantas para curar enfermedades. Realizan distintos procedimientos con fines medicinales para preparar remedios y la parte espiritual de las plantas es utilizada como canal de información de mensajes espirituales.

Para las ceremonias de curación, el chamán ingiere una infusión que modifica su conciencia, le permite salir de su cuerpo y trasladarse a otros mundos.

Esas visiones, combinadas con los símbolos culturales de su entorno, son necesarias para su trabajo, y son estimuladas por los brebajes que preparan con plantas con poder psicotrópico.

Las alucinaciones hasta ahora han sido interpretadas como hechos patológicos o como oportunidades visionarias atribuidas a divinidades o a mensajeros del mal.

Fuente: J.C. Gonzalez y Jerome Dokic; y Rama Leclerc, doctora en Antropología, Revista Investigación y Ciencia, “Mente y Cerebro”, julio/agosto 2009

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