La conciencia

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La palabra conciencia tiene varias acepciones según quién la emplee, lo más común es que conciencia se use como equivalente de estar despierto o de mente vigil (recuperar la conciencia o la lucidez), es la acepción que suelen dar los neurólogos después de un ataque epiléptico o tras un coma por ejemplo. Existe otra acepción que tiene que ver con la conciencia moral, es decir con esa voz interna que nos advierte o nos echa en cara nuestras faltas una vez cometidas, se trata de algo muy parecido al constructo freudiano de SuperYo, aunque el SuperYo freudiano no es superponible al concepto de conciencia moral que se utiliza en la práctica porque el SuperYo es en parte consciente y en parte inconsciente y la conciencia moral sólo puede -por definición- ser consciente, de lo contrario devendría en inconsciente y por tanto seria un estado de no-conciencia.

Pero en este post voy a referirme a un tipo bien distinto de conciencia, me referiré al concepto evolutivo de conciencia, hablaré pues de un movimiento al que algunos autores (Julian Huxley) han llamado transhumanización y otros como Jung han denominado individuación. Se refiere a la idea de que la evolución del Sapiens aun no ha terminado y que se dirige veloz hacia un lugar que en términos neurobiológicos podriamos llamar frontalización óptima, un proceso que llevaria al hombre hacia una supraconciencia, una forma de conciencia que iria más allá, trascendería los propios limites del Yo y del cuerpo fisico.

Pero necesitamos antes de nada de una definición de mínimos para saber de qué estamos hablando cuando hablamos de conciencia; la primera idea que vale la pena retener es que conciencia no es un sinónimo de mente, ese lugar, background o escenario donde se dan cita procesos cerebrales diversos entre los que contamos con dos poderosos representantes, el pensamiento (la cognición) y el sentimiento (la emoción). La conciencia sin embargo es algo que está más allá de estas dos conocidas versiones instrumentales -al servicio del Yo- de la mente.

Conciencia se refiere al hecho de ser consciente de sí, esta es desde luego una definición de mínimos y es algo tan común que no vale la pena insistir en ella, todas las personas corrientes sabemos quienes somos, que somos algo separado de los demás, que somos autónomos y en cierta manera irrepetibles, que existe un abismo de discontinuidad entre Yo y el otro, un abismo que llamamos alteridad y que saltamos frecuentemente gracias a ciertas habilidades sociales que aprendimos en su momento.

Pero también me referiré a una definición de máximos: la conciencia de ser, que no es lo mismo que esa identificación que usualmente solemos hacer con nuestros pensamientos, sentimientos, creencias, filiación o identidad. Conciencia en este sentido es un estado mental vacío de Yo, vacío de autoreferencia y que al mismo tiempo es un estado de comunión con todo lo vivo, un estado de plenitud y si se me disculpa la palabra de júbilosa comprensión y de hiperconexión llena de sentido. Algunos autores se refieren a este estado como hallarse “más allá del espejo”, parafraseando a la celebre Alicia del cuento de Lewis Carroll.

Algo asi parece querernos decir Magritte en este cuadro donde el espejo no refleja sino que es una puerta a través de la cual el protagonista penetra:

La metáfora me parece de lo más adecuado porque lo cierto es que la mayor parte de las personas comunes hemos llegado a un nivel de desarrollo de la conciencia interpersonal suficiente para saber que somos diferentes al otro. Sin embargo este es en la mayor parte de los casos un conocimiento superficial e insuficiente que señala que nuestra percepción del otro es en realidad imaginaria o especular: un espejo que reflecta nuestra propia imagen, los demás nos interesan en tanto en cuanto se parecen a nosotros, nos son útiles o sirven a nuestros propósitos e identificaciones.  Si lo piensa se dará cuenta de que somos expertos -si estamos socializados- en construir relaciones instrumentales con los demás pero que estamos bastante verdes en aceptar sus diferencias.

La conciencia es como ya he dicho antes un constructo que va más allá de la mente, se trata de algo ampliable, en movimiento o crecimiento, algo en expansión o algo contráctil, limitado y definido por horizontes, uno externo y otro interno. Algo que en cierto modo se opone y prolonga al Yo, que es constante, permanente y que nos dota de un sentido de historicidad y de continuidad. El Ser es algo que está más allá del Yo.

Como puede observarse en el esquema anterior existen al menos tres niveles en la conciencia humana, estadíos evolutivos que llamaremos, conciencia prepersonal, personal (o interpersonal) y transpersonal. Sin embargo no debemos entender que el esquema anterior responde a la realidad tópica de la conciencia, el lector deberá entender que se trata de un simple esquema de circulos concéntricos para observar el desarrollo de distintas conciencias en los seres humanos que coexisten y se superponen unas a otras y donde el borde más externo es un polo de crecimiento: la conciencia solo puede crecer a partir de su polo transpersonal, pero lo más interesante como más adelante veremos es que la conciencia humana es ilimitada y carece de bordes. De ninguna manera pues hay que contemplarlos como compartimentos estancos sino de corrientes, algo en movimiento y en permanente flujo y reflujo que hace que de una tipo de conciencia pueda pasarse a otro.

La conciencia prepersonal.-

Es la conciencia del niño, del hombre primitivo o de los enfermos mentales presidida casi siempre por mecanismos de supervivencia, se trata de una criatura darwiniana. Incluye una conciencia del Yo, pero aun no hay un Tu, ni un nosotros. El individuo prepersonal puede saber que hay otros en toda su diferencia pero esta es siempre vivida como una amenaza. La diferencia se vivencia como peligrosa y extrae su fuerza de los temores arcaicos que heredamos de nuestros ancestros y que permanecen activos en nuestro tallo cerebral. La mejor manera de escapar de estos terrores a veces prehumanos es a través de la socialización, es decir la construcción de un Yo que objetive un Tu que en cualquier caso no es amenazante.

Este tipo de conciencia es frecuentemente conocida por los psiquiatras dado que la mayor parte de sus portadores son enfermos mentales.

La conciencia personal o interpersonal.-

El individuo ha logrado configurar un Yo estable, histórico que da cuenta de una unidad entre el pasado, el presente y se proyecta en el futuro gracias a esta sensación de continuidad y aunque también sabe que el Otro es diferente no puede sin embargo dejar de vivir estas relaciones como un conflicto.

Es el campo de las neurosis y tambien de los dilemas que se le plantean a los individuos corrientes: conflictos entre atracción- evitación y cuyas habilidades se orientan hacia el manejo, el engaño, la coalición, la alianza, presididas por los aprendizajes más sencillos, por condicionamiento clásico. El individuo personal es una criatura skinneriana que está orientado y quizá adaptado a su entorno pero sometido a constantes estresores derivados de conflictos interpersonales o de luchas intestinas con su identidad, sus pensamientos, su conducta o sus emociones.

Si el paradigma de cambio de una conciencia prepersonal a una personal es a través de la socialización, el cambio desde una conciencia personal hasta una transpersonal es la disconformidad adaptada. Frecuentemente estas personas son clientes de los psicólogos.

La conciencia transpersonal.-

Es una conciencia ampliada conocida a veces como estados inusuales de conciencia, incluye el sueño, el trance, las experiencias misticas y espirituales, los arrobamientos estéticos que siempre suponen una perdida de las fronteras del Yo, es por eso que este tipo de experiencias en si mismas pueden ser a la vez liberadoras, expansivas pero tambien enloquecedoras cuando no se dispone de un Yo fuerte para encajarlas. Es necesaria cierta fortaleza del Yo para no enloquecer con este tipo de experiencias, y es por eso que determinadas técnicas transpersonales están contraindicadas en personas con una debilidad estructural de sus recursos psicológicos yoicos. Las experiencias transpersonales son discontinuas, inducidas o espontaneas en las personas no entrenadas y se limitan a breves momentos de lucidez, de comprensión súbita o de hallazgo de sentido, junto con una experiencia de ampliación de la coniciencia que rebasa los propios limites de eso que llamamos Yo y cuerpo . La meditación es la herramienta más conocida y más al alcance de cuaquiera para llegar a este tipo de conciencia transpersonal, aunque se han propuesto otros como la vibración inducida (Almendros), la respiración holotrópica (Groff) o el consumo de ciertas drogas o rituales de tipo místico, psicodanza o técnicas diversas.

El individuo en este tipo de conciencia es una criatura popperiana (epistemológica) y es el único que es capaz de amar lo diferente sin perder por ello su identidad personal o temer diluirse en el magma de lo indiferenciado pues ha tenido ya contacto con la falta de fundamento de su propio Yo y ha entendido que en realidad no es más que un constructo destinado a proporcionar unidad en la experiencia propia, pues sin un Yo unitario el pasado se infiltraría constantemente en la experiencia actual impidiendo cualquier aprendizaje adaptativo, ya que el pasado causa el acontecimiento presente y determina las probabilidades de la experiencia futura. La conciencia transpersonal supone el manejo consciente del poder de lo mental sobre la materia y tambien la ruptura o apertura de horizontes tanto externos como internos. El individuo aprende que la conciencia carece de bordes y es ilimitada tal y como sucede en la experiencia común y bien conocida por todos nosotros que llamamos sueños donde la dimesnión espacio-temporal es desafiada por la experiencia onirica. A través de esa experiencia el individuo recorre el camino que la humanidad entera recorrerá en su totalidad pronto o tarde, si bien lo hace antes que muchos de sus semejantes, lo hará a distinta velocidad y tendrá que coexistir con ellos y tambien con sus otras conciencias que coexisten con sus hallazgos transpersonales. El resultado es lo que se conoce como mente sabia, un tipo de conciencia donde se han disuelto los conflictos que apresan a la mente interpersonal, el individuo es más tolerante, al tiempo que se encuentra conectado con lo humano de una forma llena de sentido.

Como resumen de lo anteriormente dicho:

  • Lo prepersonal precede y  es causa de lo personal (o interpersonal)
  • Lo personal es efecto de lo prepersonal
  • Lo transpersonal es efecto de lo personal
  • Lo personal es causa de lo transpersonal

Luego  cualquier evento de lo prepersonal puede manifestarse en lo transpersonal. Lo que significa que existe una comunicación entre lo prepersonal y lo transpersonal, si bien no todo lo transpersonal es causa de lo prepersonal, dado que existe un estado intermedio, lo personal que modula las manifestaciones de lo prepersonal en lo transpersonal y viceversa.

Lo que significa que cualquier persona puede tener una experiencia transpersonal aun sin poseer la preparación suficiente para integrarla o sin haber avanzado lo suficiente en la evolución de su conciencia para soportar experiencias que sobrepasen sus recursos personales de interpretación. Muchas personas enloquecen precisamente por un déficit en su capacidad de integrar una experiencia psicodisléptica, estoy pensando ahora en esa relación que existe entre consumo de cannabis y episodios esquizofrénicos. Se ha discutido mucho si el cannabis provoca la esquizofrenia pero yo estoy seguro de que el cannabis provoca una experiencia de conciencia que precisa al menos de un cierto desarrollo de un Yo observador que no participe de la intoxicación, dicho de otra manera es necesario haber sobrepasado el nivel prepersonal para que una experiencia con drogas no llegue a causar daños. Y tambien es cierto lo contrario: que los psicóticos tienen muchas experiencias transpersonales, inusuales. La pregunta que cabria hacer ahora es ésta, ¿Son las experiencias psicóticas de la misma clase que las experiencias transpersonales?

Lo que si sabemos es que la experiencia, cualquier experiencia tiene que ser codificada en términos de aprendizaje. Cualquier experiencia debe ser integrada en el Yo que como antes dije es una experiencia de continuidad, una experiencia histórica. Las experiencias que interrumpen esta continuidad son de hecho psicotizantes, procedan de experiencias reales, calamidades, drogas o por deprivación sensorial.

El individuo tiene que dotar de sentido a lo que ha vivido y encajarlo en su historia personal y es precisamente aqui donde los esquizofrénicos y los enfermos mentales graves se encasquillan. Pensemos un momento en la experiencia alucinatoria auditiva de los esquizofrénicos y atendamos a los contenidos de las voces que siempre (casi siempre) suelen ser imprecaciones, insultos, críticas, órdenes o comenatarios negativos. El esquizofrénico habla consigo mismo, no hay Otro, pero lo que alucina no es nada placentero o benevolente, lo que alucina es siempre el contenido de una amenaza, puesto que su momento de conciencia se encuentra instalado en lo prepersonal y el mando se encuentra en las manos de su cerebro más antiguo, su cerebro reptiliano que está diseñado precisamente para sobrevivir. Podemos afirmar entonces que el entorno hostil en que vive el psicótico es la elaboración que ha hecho de una experiencia previa sea la que fuere.

Determinadas experiencias psicóticas son muy parecidas a las transpersonales: la ocurrencia, la inspiración o la comprensión súbita pueden ser delirantes o no delirantes. Mi opinión es que estamos hablando de una vivencia unitaria a los que unos logra dar forma y otros simplemente son incapaces de hacerlo y enloquecen posteriormente por su causa.

Si la experiencia psicótica y la transpersonal son la misma experiencia -lograr un contacto o conexión con esa conciencia de ilimitación- entonces ha de haber un hiato, una especie de trayecto que comunique ambas conciencias, hacia delante y hacia atrás, arriba o abajo. Pensaba en como podria aportar a este post una figura que pudiera ilustrar mejor esta idea y que resultara más pedagogica que la de los circulos concéntricos que más arriba colgué.

Y me encontre con la silla de montar, un paraboloide hiperbólico:

Imagen de previsualización de YouTube

O en esta foto:

Como podemos observar se trata de una figura curva pero no cerrada en si misma sino que permite expandirse en sus extremos u horizontes, una figura geometrica que ha sufrido una torsión. Una torsión que puede aproximar los extremos lo que explicaria el paso de una conciencia a otra, un fenómeno que de tan común no podemos negar.

Y que reproduce a escala individual algo que ya sabemos que sucede en la escala del universo tal y como pueden ver aquí donde hablo de las ecuaciones de Friedmann y donde se explican las tres posibilidades de evolución del universo.

Naturalmente el autor de este post es de los que se apunta al modelo open. Significa que:

La conciencia humana se expande crece del mismo modo que en el modelo (open) de Friedmann cada vez a una velocidad mayor, en un espacio curvo pero sin estar replegado sobre si mismo como una esfera, forma por tanto una silla de montar y no sólo no contiene bordes sino que además es infinito (no precisa ni un principio ni un fin).

O dicho de una manera más clara la conciencia humana crece, se expande como una concha marina, como un caracol, por su borde externo.

Como el mismo universo.

Fuente: http://pacotraver.wordpress.com

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